Puerto Príncipe, 26 de noviembre de 1816.
Al señor canónigo [José] Cortés Madariaga.
Mi apreciado compatriota:
En vísperas de partir para Venezuela, aprovecho la oportunidad de dirigir a Vd. mis últimas letras. Hasta este momento no he podido arreglar mis asuntos, porque los obstáculos se multiplican cuando escasean los medios; pero al fin, yo parto con la esperanza de ver a Vd. muy pronto en el seno de la patria, cooperando eficazmente a la construcción del grande edificio de nuestra república. En vano las armas destruirán a los tiranos, si no establecemos un orden político capaz de reparar los estragos de la revolución. El sistema militar es el de la fuerza, y la fuerza no es gobierno: así, necesitamos de nuestros próceres, que escapados en tablas del naufragio de la revolución, nos conduzcan por entre los escollos a un puerto de salvación. Vd. y nuestros amigos Roscio [1] y Castillo [2] harían un fraude a la república, si no le tributasen sus virtudes y sus talentos, quedándose en una inacción que sería muy perjudicial a la causa pública. Antes de partir de los Cayos, en la época de mi primera expedición [3], tuve el honor de escribir a Vd. y al señor Roscio invitándolos a que fuesen a contribuir a la libertad de nuestro país [4] No recibí entonces contestación; mas supongo que este silencio no indica negativa y, por el contrario, me persuado que Vds. juzgaron inútil una respuesta que era demasiado obvia, y que yo debía considerar expresa aunque fuese tácita. Concluyo suplicando a Vd. se sirva comunicar esta carta a sus dignos compañeros de infortunio y de honor, a quienes ruego me dispensen la atención de escribirles, en favor de mis afanes y ocupaciones en un momento tan urgente como el actual. Acepte Vd. la expresión cordial de mi consideración, respeto y amistad con que soy de Vd. afectísimo compatriota, Q. B. S. M.
BOLÍVAR.
*De un impreso moderno. “El Mosaico”, revista de Caracas, 16 de julio de 1856, pág. 39, publica el texto de este documento y explica en nota que el original pertenecía a Antonio Leocadio Guzmán. El destinatario era el sacerdote chileno José Cortés Madariaga (Santiago, 1766 - Río Hacha, 1826), quien como Canónigo de Merced en la Catedral de Caracas tuvo una destacada actuación en los sucesos revolucionarios del 19 de abril de 1810 en dicha ciudad y durante el período de la Primera República de Venezuela. Remitido preso a España en 1812 bajo partida de registro (junto con Juan Germán Roscio, Juan Paz del Castillo, y otros) logró fugarse del presidio de Ceuta y tras muchas vicisitudes llegó a las Antillas. Se hallaba entonces en Jamaica