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DOCUMENTO 77.BOLÍVAR Y LÓPEZ MÉNDEZ DIRIGEN AL GOBIERNO DE VENEZUELA DESDE LONDRES, EL 8 DE SETIEMBRE DE 1810, UN INFORME SOBRE EL DECRETO DE BLOQUEO PROMULGADO POR EL CONSEJO DE REGENCIA DE CÁDIZ.*

Señor Secretario de Estado y Relaciones Exteriores del Gobierno Supremo de Venezuela.

Pocos días ha que se recibió oficialmente en esta Corte el inicuo y escandaloso decreto [1] en que el Consejo de Regencia nos ha decla­rado rebeldes, y ha impuesto un riguroso bloqueo sobre nuestras costas y puertos, previniendo a las demás Provincias Americanas que corten y embaracen toda especie de comunicación con nosotros.

Ya para entonces imaginábamos terminada nuestra negociación, y sólo aguardábamos que el Ministro Marqués Wellesley, fiel a sus ofertas, nos entregase las contestaciones del Gobierno Británico a los pliegos del nuestro, y nos avisase hallarse lista la embarcación de guerra destinada a transportarnos. Como este aviso tardaba más de lo que habíamos esperado y anunciado a VS., nos pareció conve­niente solicitarlo y lo hicimos en efecto dirigiendo al Marqués una pequeña nota; pero como antes de tener contestación, vimos publi­cado en los diarios el decreto de bloqueo, y como S. E. nos había ofrecido que la Inglaterra interpondría sus más favorables oficios para evitar un rompimiento entre la España y esa parte de América, hemos creído que no debíamos omitir por la nuestra ningún paso que pudiese influir en la tranquilidad y prosperidad de ese estable­cimiento; y consiguientemente hemos pedido al Ministro una con­ferencia para obtener el cumplimiento de las promesas que se nos han hecho a nombre de S. M. B.

Ni a la nota anterior, ni a ésta se ha dado hasta ahora respuesta alguna, siendo la causa probable de esta dilación el embarazo y perplejidad que deben haber causado al Ministerio Inglés las ines­peradas e impolíticas medidas del Gobierno de Cádiz. Parece que se ha celebrado una Junta de Ministros, y que se ha puesto en noticia del Rey lo deliberado en ella, parte de lo cual será sin duda el plan de conducta de la Gran Bretaña en estas circunstancias. Espe­ramos, por tanto, que antes de regresarnos, tendremos algo de im­portancia que participar a VS. y según los antecedentes que anterior­mente le hemos comunicado, no nos persuadimos que deje de ser favorable.

No es fácil expresar a VS. la indignación y escándalo que ha producido en este país el decreto de la Regencia. Verdad es que nada tan ilegal y tan monstruoso ha salido jamás de la cabeza de sus bárbaros autores. Identifican su autoridad usurpada con los derechos de la Corona, confunden una medida de seguridad con un acto de rebelión, y en el delirio de su rabia impotente destrozan ellos mismos los lazos que se proponen estrechar. En vano han multiplicado esos habitantes sus protestas de fidelidad a Fernando VII, de confraternidad con los europeos, y de adhesión a la causa común. Todo esto era nada si no nos prosternábamos delante de aquella majestad fantástica, sacrificándola nuestra seguridad y nues­tros derechos.

Pero este nuevo ultraje, confirmando la resolución y exaltando el patriotismo de los caraqueños, tendrá, como es natural y como todos lo esperan, consecuencias más favorables que funestas a nuestra causa. Sólo se necesita que haya un tono firme y decidido en nuestras providencias, y que tengamos bastante serenidad para ver con desprecio los pequeños males que puede hacernos un Gobierno imbécil y moribundo. Es de esperar que no se interrumpan las relaciones comerciales de esa Provincia con la Inglaterra, y aun no faltan personas sensatas que vean en el decreto fulminado contra nosotros un principio de desavenencia entre los aliados. Aun cuando el blo­queo fuese más efectivo de lo que puede ser, nada supondría la estancación momentánea de nuestras producciones, comparada con los bienes incalculables que deben derivarse del nuevo orden de cosas, y con el honor que nos hará la constancia; sobre todo es necesario no perder de vista que la menor especie de vacilación nos haría un daño infinito, y que a la primera apariencia de ella darían muchos pasos atrás nuestras relaciones con el Gobierno Británico. Este nos ha asegurado que cualquier aspecto que tomen nuestras disensiones con la Regencia, la Inglaterra no nos verá nunca como enemigos. Además nos ha ofrecido interponer su mediación; que sobre el Consejo de Regencia vale casi tanto como las órdenes que expide a sus Almirantes y Gobernadores.

Esté V.S. persuadido, como nosotros lo estamos, de que a pesar del tono de tibieza y reserva que se nota en su contestación a nuestras proposiciones, y en el memorándum que ahora acompañamos, hay en este Gobierno disposiciones efectivas y muy favorables hacia nos­otros; disposiciones que cuadran demasiado con el estado actual de las cosas y con los intereses de la Inglaterra para que puedan dis­putarse o ponerse en duda. No se necesita mucha perspicacia para descubrirla en los papeles mismo que citamos, sin embargo de que han sido hechos para comunicarlos a los españoles y además espe­ramos que se aumenten y desenvuelvan cada día, a proporción que se vaya acercando la España a su disolución.

Por los papeles públicos que incluimos verá V.S. cuál es el estado de las cosas en España y Portugal, y cuál el concepto que hasta ahora se ha hecho de las novedades que van ocurriendo en Venezuela y en otras partes de ese continente. Tiene nuestra causa en este país innumerables amigos, y es imposible que deje de haberlos donde la razón y la justicia tengan partidarios. Estamos comprometidos a presencia del universo, y sin desacreditarnos para siempre, no pode­mos desviarnos un punto del sendero glorioso que hemos abierto a la América. Dejemos que la fría gratitud de los tiranos sea la recom­pensa de aquellos pueblos que no hayan tenido valor para marchar sobre él. O que en vez de imitar nuestra conducta, hayan incurrido en la bajeza de denigrarla; mientras que nosotros continuando sin cesar los esfuerzos, y propagando las buenas ideas, nos empeñamos en producir la emancipación general. Nuestras medidas llevadas ade­lante con tesón y firmeza, deben apresurarla infaliblemente; y mientras llega esta época afortunada, el tierno interés que la justicia y la filantropía toman por nosotros nos consolará de la ceguedad o ingratitud de nuestros hermanos.

Dispense V.S. esta franca efusión de nuestro celo y sírvase ele­varlo todo a la noticia de ese Gobierno Supremo. Dios guarde a V.S. muchos años.

Londres, 8 de setiembre de 1810.

SIMÓN BOLÍVAR.

LUIS LÓPEZ MÉNDEZ.

* Del borrador manuscrito de puño y letra de Andrés Bello conservado en el Archivo Nacional de Colombia, Bogotá. Su redacción, en idéntico texto, fue publicada en la Gaceta de Caracas, correspondencia personal, Nº 123, del viernes 9 de noviembre de 1810, con el epígrafe "Últimos oficios de nuestros diputados en Londres". El texto en inglés consta en el Expediente de la Misión en el Public Record Office (W. O. 1/106. Curazao. Gov. Cokburn. Nov. dec. 1810. Fs 287-291). Acerca del destinatario, véase la nota principal del Doc. Nº 66.

Notas

[1] El texto de este Decreto se publicó en la Gaceta de Caracas, Nº 5, correspondencia personal, del martes 6 de noviembre de 1810, bajo el título "Orden de la Regencia".

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