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DOCUMENTO 76. ARTICULO PUBLICADO EN EL MORNING CHRONICLE, DE LONDRES, EL 5 DE SETIEMBRE DE 1810.*

Es imposible concebir la fuerte sensación que ha producido en esta Ciudad el intempestivo Decreto de 30 de Julio, en que declara bloqueados los productos de Caracas a virtud de su rebelión. Esta absurda medida ha asombrado a todos con respecto a los principios de justicia, y por el temor de que se separen nuestros dominios de América.

Luego que recibimos las primeras noticias de Venezuela, dirigi­mos nuestra atención a este país, y observamos con placer un espí­ritu de moderación en sus procedimientos, que nos prevenía en su favor; especialmente cuando sabemos que ellos al romper las cade­nas que los han oprimido, no han halagado sus resentimientos, ni abusado de la libertad que han adquirido. El Gobierno mismo sabe con satisfacción, que ellos lejos de abrazar la causa del enemigo, han renovado sus juramentos en defensa del Rey Fernando, para la prosecución de la guerra contra la Francia, para la unión con la España, por sus contribuciones a la Metrópoli y por promover el comercio más beneficioso con nuestros aliados los ingleses. De esta manera han mirado por nuestros intereses, nuestros buques de guerra que estaban allí han sido restituidos, y han obtenido de ellos auxilios voluntarios y liberales.

Una conducta tan generosa debía haber excitado la gratitud, espe­cialmente cuando la condición en que se halla la Madre Patria la hace absolutamente incapaz de infligir castigo, aun cuando aquélla fuese del todo diferente. Es indubitable que si nosotros retuviésemos todavía la América como una Provincia, sería porque ella lo quisiera y no porque pudiésemos compelerla a la sumisión. Y si la adhesión de las Colonias Españolas es del todo gratuita, ¿por qué esta violen­cia? ¿Qué razón puede autorizarla ni qué poder protegerla? Aun cuando todo el antiguo Mundo concurriese a someter el Nuevo a nuestra autoridad, la empresa sería inasequible. La emancipación de la América es cierto que ha sido retardada; pero es imposible frus­trarla por más tiempo.

Cuanto más reflexiono en la causa inmediata de este injurioso decreto, más persuadido estoy de que su origen es la debilidad de la Regencia, que no sólo está influida sino gobernada por los comer­ciantes que componen la Junta de esta ciudad; y que satisface la avaricia de estos monopolistas, que desesperados de la buena causa, quieren destruir el Nuevo Mundo antes de someterse a los fran­ceses. Por ellos es que nuestros aliados están privados de las inmensas ventajas del comercio con la América; por ellos es que son frustrados los intereses de la alianza; por ellos, en fin, está pro­hibido a los ingleses entrar en los puertos de Venezuela, cuyos mer­cados les están abiertos, empezando de este modo una especie de hostilidad contra nuestros mejores amigos.

La Regencia supone que Caracas se ha declarado independiente de la Madre Patria. Esta es una calumnia que sólo sirve para mani­festar la falsedad de aquellos de quienes procede. Es notorio a todo el resto del Mundo que la Provincia de Venezuela se ha declarado independiente, no de la Madre Patria, no del Soberano, sino de la Regencia, cuya legitimidad está en cuestión aun en España misma, en donde no está reconocida, ni obedecida como una representación legal del Monarca. En esto Venezuela está perfectamente unida con la Madre Patria, no admitiendo que la Regencia sea un duplicado de la Real Autoridad.

Bajo estas circunstancias, el decreto de que se trata debe ser mirado como un acto de independencia para la América, desde que en la debilidad del Gobierno, sus vanas amenazas no producen otra cosa que el desagrado y menosprecio de aquellos contra quienes se dirigen, la necesaria separación de las Provincias de Venezuela y últimamente la de toda la América del Sur. Es claro que luego que los naturales de este país descubran que ni su moderación, ni su adhesión a las conexiones europeas, ni sus sacrificios pecuniarios han obtenido el respeto y gratitud que les es tan debida, elevarán el estandarte de la independencia, y se declararán contra la España. Ellos no dejarán de convidar a todo el pueblo americano a que siga el mismo sistema, y éste, dispuesto siempre al mismo objeto, abra­zará con ansia el lisonjero ejemplo de los habitantes de Caracas.

Creo positivamente que el Gabinete Inglés habrá hecho algunas estipulaciones comerciales con el Gobierno de Caracas; y por consi­guiente que él no permitirá que estos convenios sean interrumpidos por un ilusorio bloqueo; y mucho menos que la Inglaterra pierda de vista los beneficios que le resultan del comercio con Venezuela. ¿Cómo podrá la Inglaterra ver con indiferencia que sus auxilios sean empleados contra ella misma? ¿Cómo podría sufrir que los suplementos que hace a los españoles para mantener la sagrada causa en que están empeñados, sean empleados en favor del enemigo común? Estoy convencido de que si la Inglaterra hasta ahora no se ha mezclado en nuestros negocios interiores, se verá al fin en la necesidad de hacerlo en un asunto de tanta importancia, que no solamente dependen de él la suerte de la España, y el suceso de la América, sino también sus inmediatos intereses y su seguridad futura.

* En la Gaceta de Caracas, correspondencia personal, Nº 5, de 6 de noviembre de 1810, se publicó este artículo con el título de "Carta de un español de Cádiz a un amigo suyo en Londres inserta en el Morning Chronicle de 5 de setiem­bre". Se había publicado en efecto, en inglés en el referido periódico londi­nense. El texto de la Gaceta de Caracas es versión del original inglés. No hay duda de que la traducción al castellano hubo de ser obra de la Misión Diplomática de la Junta de Caracas que presidía Bolívar en Inglaterra, la cual enviaría el texto castellano a la Suprema Junta, como lo hacía con los oficios emanados de la Misión, muchos de los cuales fueron también im­presos en las columnas de la Gaceta. Existen razones de peso para pensar que la redacción original de este artículo en inglés obedeciese a sugestiones de la misión presidida por Bolívar, puesto que el Decreto de Bloqueo de ks Costas Venezolanas afectaba directamente a ks negociaciones que se estaban llevando a cabo en la capital inglesa. Por otra parte, el oficio de 8 de setiembre (doc. Nº 77), firmado por Bolívar y López Méndez en Londres, sobre el asunto del bloqueo, se publicó en el número siguiente de la Gaceta de Caracas correspondiente al 9 de noviembre. Por tanto, puede razonablemente concluirse que el artículo aparecido en el Morning Chronicle de 5 de setiembre, fue inspirado por la Misión de Bolívar y que la versión castellana habría salido de la misma Misión. Al insertarse el artículo en la Gaceta de Caracas, la redacción del periódico le añade un párrafo final, impreso en cuerpo menor, como si se indicase que no pertenecía al texto original.

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