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DOCUMENTO 61. MINUTA DE LA CONFERENCIA TENIDA EL JUEVES 19 DE JULIO DE 1810 EN APSLEY HOUSE, LONDRES, ENTRE S. E. EL SR. WELLESLEY, MINISTRO DE ESTADO DE S.M.B., Y LOS COMISIONADOS DEL GOBIERNO DE CARACAS, A LAS SEIS DE LA TARDE.*

Introducidos al Despacho de S.E., comenzó diciendo a los Co­misionados que había puesto los pliegos del Gobierno de Caracas en manos del Rey, y que S.M. había recibido con el más grande reconocimiento y complacencia los votos del Pueblo de Venezuela; pero que en virtud de los tratados que ligaban a S.M. con la nación española, se veía S.E. en la necesidad de pedir a los Co­misionados que hiciesen entender a su Gobierno el interés que tomaba la Gran Bretaña en que se compusiesen y terminasen las diferencias que actualmente habían desunido las Provincias de Venezuela del resto de la Monarquía Española y en que el Go­bierno Central de Regencia obtuviese alguna especie de homenaje a lo menos en los términos que fuesen compatibles con los inte­reses de aquellos habitantes.

Contestaron los Comisionados manifestando su profundo re­conocimiento al favor con que S.M. se dignaba acoger las lea­les demostraciones de Caracas, y se remitieron a lo que en la conferencia anterior habían expresado a S.E. sobre la imposibi­lidad de entrar en acomodamiento con el Consejo de Regencia, sobre el pie de reconocerlo soberano; porque ni sus instrucciones comprendían este punto, ni aun cuando se incluyese en ellas, podría variar, con ninguna clase de estipulaciones, la decidida opo­sición del Pueblo de Caracas a reconocer otro soberano que al que habían jurado, o al Gobierno que legítimamente le repre­sentase.

El Ministro, tomando de nuevo la palabra, expuso que los pliegos de Caracas serían inmediatamente contestados expresando la favorable acogida que S.M. había hecho a las proposiciones amistosas de aquel Gobierno, y que si la misión no tenía otros objetos ulteriores, pensaba S.E. que se hallaba concluida; pero que les era libre permanecer los dos, o partiendo el uno, quedar el otro en Inglaterra, según fuese conforme a las instrucciones del Gobierno de Caracas y a los deseos de los Comisionados.

Los Comisionados contestaron a esta insinuación del Ministro, que venían particularmente encargados de solicitar los auxilios de la Gran Bretaña para asegurarse contra las tentativas de la Francia; y que no era menos importante para que los Pueblos de Venezuela pudiesen conservarse en paz y amistad con los otros del Imperio Español el que la Gran Bretaña se dignase interponer su mediación, para precaver los funestos efectos que podría pro­ducir una discordia a la América y a la España misma. Insinua­ron también los Comisionados, aunque no en términos expresos,el interés de su Gobierno en que la Gran Bretaña le dispensase alguna especie de reconocimiento; y dándose por entendido el Ministro de toda la extensión de esta solicitud, opuso dificultades que en su concepto la hacían inadmisible.

Con este motivo se repitieron los debates de la conferencia an­terior sobre el verdadero sentido que debía darse a la revolución de Caracas; convino el Ministro en la ilegitimidad de los Go­biernos de España y en los enormes vicios de la administración de la Junta Central; pero insistía en que la Inglaterra teniendo el mayor interés en la independencia de España se veía en la nece­sidad de entenderse con los Gobiernos Centrales, prescindiendo de los fundamentos sobre que se hallaban establecidos; y que li­gada con ellos por medio de tratados solemnes, no podía sin des­doro de su buena fe, prestarse a pactos que contradijesen unas relaciones tan esenciales: que si el ejemplo de Caracas era seguido por las otras Provincias de la América, la Península carecería de recursos para defenderse contra el enemigo; que por tanto era imposible al Gobierno Británico aprobar expresa y solemnemente el establecimiento de Venezuela, pero que S.M. no tomaría tam­poco la medida de desaprobarlo, porque éste no era ni un interés, ni un deber de la Inglaterra; y que la conducta del Gobierno de S.M. en esta materia había sido constantemente desentenderse de la legitimidad de los Gobiernos establecidos, auxiliando siem­pre los esfuerzos de los pueblos que querían resistir a la Francia.

En cuanto a la mediación que se solicitaba, expuso S. E. que el Gobierno Británico emplearía gustosamente su influencia para que no fuese turbado por hostilidades de la Metrópoli el nuevo estable­cimiento de Venezuela; pero que esta mediación debía apoyarse so­bre la oferta que a nombre de aquellos pueblos haría la Inglaterra de que éstos contribuirían con todos los socorros que les fuesen posi­bles a sostener, como antes de ahora, la lucha de la España contra la Francia, y de que se conservarían las relaciones anteriores de amis­tad y comercio entre los dominios Europeos y los que se hallaban bajo la dirección de la Junta Suprema; añadiendo que S.M.B. garantiría los pactos que sobre este punto fuese necesario celebrar entre el Gobierno Central de España y el de Venezuela.

S.E. expuso además que en lo que tocaba a auxiliar la defensa de la Costa Firme contra los Franceses, la protección de S.M. sería la más decidida y liberal; y que para la transacción final de estas materias, sería conveniente que los Comisionados las expusiesen con toda la precisión posible en una nota verbal, y que aun sería posible que el Gobierno de S.M.B. tratase de enviar un Comi­sionado a Venezuela para cimentar las relaciones de la Gran Bre­taña con aquellos Pueblos.

Los Comisionados contestaron expresando la gratitud que les inspiraba la benevolencia con que S.M.B. y su Gobierno habían favorecido la misión: que en conformidad con los deseos de S.E., extenderían la nota verbal que se les indicaba; y que no tendrían ninguna dificultad en reformar en ella los puntos que S. E. tuviese la bondad de indicarles en cuanto lo permitiesen sus instrucciones: y que al efecto se la pasarían inmediatamente. S.E. convino en ello con gusto, manifestando que esta negociación debía conducirse sobre el mejor pie de franqueza y amistad; y los Comisionados fue­ron despedidos por S.E. y el Sr. Ricardo Wellesley, su hijo, con la mayor civilidad y cordialidad.

* Del borrador manuscrito redactado de puño y letra por Andrés Bello que cumplía funciones de Secretario de la Misión Diplomática ante la Corte inglesa. Los borradores originales pertenecen a la colección del Dr. Guillermo Hernández de Alba, de Bogotá. Han podido ser examinados por la Comisión Editora, en la oportunidad de ser exhibidos en la Expo­sición de Homenaje al Libertador, en el Banco Central de Venezuela, en setiembre-octubre de 1967, organizada por el propio Banco y la Emba­jada de Colombia en Caracas. Véase la nota principal del doc. Nº 60.

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