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DOCUMENTO 4356 CARTA DE BOLÍVAR PARA JOSÉ RAFAEL REVENGA FECHADA EN SAN CRISTÓBAL EL 25 DE MAYO DE 1820, EN LA CUAL COMENTA CON DESCONFIANZA LA POLÍTICA NORTEAMERICANA DE ANTINEUTRALIDAD EN SUS RELACIONES CON COLOMBIA Y FORMULA OPINIO­NES SOBRE LAS PROBABLES CONSECUENCIAS DE LA REVOLUCIÓN DE ESPAÑA.*

San Cristóbal, mayo 25 de 1820.

(A José Rafael Revenga).

Mi querido Revenga:

Anoche recibí la comunicación de Vds. en que va el extracto de nuestras relaciones en América, mandado por nuestro agen­te. El aspecto de la cosa es admirable; si son francos los sen­timientos del Presidente, nada es más ventajoso; el temor de los ingleses es pueril. Las razones que presenta Torres son ver­daderamente muy leves o verdaderamente absurdas. Que los ingleses no quieran la ratificación del tratado de cesión prueba lo contrario a su aserto y el espíritu de sus verdaderos inte­reses que no deben permitir jamás las llaves del golfo mejicano en mano de los americanos y deben desear que la independen­cia de América se logre por medio de sacrificios ajenos, y so­bre todo de sus enemigos. Los ingleses han podido, como Jú­piter de una ojeada, hacernos entrar en el polvo: ellos, con su neutralidad efectiva, nos han protegido y nos han dejado tomar tal consistencia que ya ninguna fuerza europea puede destruirnos. El Presidente Monroe debe reirse al ver la sencillez con que nuestro agente cree la posibilidad de una conducta insensata por parte de Inglaterra, pero será útil si se persuade que nosotros podamos dar asenso a semejante in­sensatez, pues entonces con sus pequeños servicios creerá en­gañarnos y atraernos a sus miras egoísticas y realmente tor­tuosas. Jamás conducta ha sido más infame que la de los americanos con nosotros: ya ven decidida la suerte de las cosas y con protestas y ofertas, quién sabe si falsas, nos quieren lisonjear para intimidar a los españoles y hacerlos entrar en sus intereses. El secreto del Presidente es admirable. Es un chisme contra los ingleses que lo reviste con los velos del misterio para hacernos valer como servicio lo que en efecto fue un buscapié para la España; no ignorando los ameri­canos que con respecto a ellos los intereses de Inglaterra y España están ligados. No nos dejemos alucinar con apariencias vanas; sepamos bien lo que debemos hacer y lo que debemos parecer. Hagamos como aquel que se fingió muerto para que el lobo no se lo comiese. Creo que el señor Torres está ha­ciendo de buena fe lo que otro haría por política; por lo menos así lo he concebido del estilo de su memoria; si no es así, obra y escribe como yo quiero y como que si hubiera aprendido en la escuela de Maquiavelo. Pero este hombre me parece de mucha candidez para tener tanta malicia.

Sin embargo de todo lo dicho, puede ser que sea mejor que sus antecesores y sucesores; por lo menos tiene ideas de lo que debe hacer, si no tiene el espíritu de su encargo.

Yo no sé que deba pensar de esta extraordinaria franqueza con que ahora se muestran los americanos; por una parte dudo, por otra me afirmo en la confianza de que habiendo llegado nuestra causa a su máximo, ya es tiempo de reparar los antiguos agravios. Si el primer caso sucede, quiero decir, si se nos pretende engañar, descubrámosles sus designios por medio de exorbitantes demandas; si están de buena fe, nos concederán una gran parte de ellas, si de mala, no concederán nada, y habremos conseguido la verdad, que en política como en guerra es de un valor inestimable. Ya que por su anti­neutralidad la América nos ha vejado tanto, exijámosle servi­cios que nos compensen sus humillaciones y fratricidios. Pidamos mucho y mostrémonos circunspectos para valer más, o damos mucho y mostrémonos circunspectos para valer más, o hacernos valer.

Temo mucho la revolución de España, es decir, temo que no logre todo su efecto, no porque sea improbable entera­mente sino porque lo deseo con exceso. A primera vista parece que las tropas leales no pueden batirse con las nacionales, sien­do el motivo común a entrambas su sacrificio en América. Pero una mala disposición o un acaso inesperado burla las más sabias combinaciones y los resultados más infalibles. Lograda la revolución de España, la revolución de América es la causa eficiente en la reacción de Europa. La revolución pasará Los Pirineos, los Borbones serán el objeto de la animadversión ge­neral del mediodía. Los ingleses tomarán su partido; todos los Estados se conmoverán, porque están en una situación ambi­gua, y la Rusia puede aprovechar esta crisis. En trastorno tan universal nadie puede asignar qué tocará a la América en este complicado orden de cosas. Es muy verosímil que en medio de esta confusión rompamos nuestros grillos y bur­lemos a nuestros custodios, pero también es posible que un interés mayor, quiero decir que un interés vital obligue a la Inglaterra a perseguirnos para sacar recursos de las provincias realistas de América en favor de sus comités los Borbones. Yo no sé lo que será: mas deseo que todo se ponga en movimiento para extender por lo menos el teatro de las hostilidades y echar nuevas suertes en el cántaro. Todo está bueno, pero aún se puede mejorar todo.

Adiós, mi querido amigo: allá va esa carta diplomática que debe Vd. romper y no olvidar.

BOLÍVAR

P.D. Mande Vd. al abate Pradt [1] dos de mis discursos y dos ejemplares de la Constitución, en una carta muy cortés y elegante, llamándolo el Arzobispo de la política y el abate de la América y otras herejías más.

* De un impreso moderno. "Cartas del Libertador" (Fundación Lecuna), tomo II, págs. 337-339. La copia carece de firma; lleva el siguiente encabezamiento: "Copia de una carta escrita a Revenga en San Cristóbal, mayo 25, 1820". Los temas tratados no dejan duda acerca de que Bolívar fue el firmante de esta carta, lo cual queda confirmado por otra del mismo lugar y fecha dirigida a Santander, que Lecuna publica en Cartas del Libertador, tomo II, págs. 174-177.

Notas

[1] Se trata del sacerdote y escritor francés Dominique De Pradt (1759-1837) más conocido como Abate De Pradt.

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