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DOCUMENTO 4909 OFICIO DE PEDRO BRICEÑO MÉNDEZ PARA EL VICE­PRESIDENTE DE CUNDINAMARCA, FECHADO EN SAN CRISTÓ­BAL EL 23 DE SEPTIEMBRE DE 1820, EN EL CUAL DE PARTE DE BOLÍVAR LE PIDE ACELERAR LA REMISIÓN DE CAUDALES PARA EL APROVISIONAMIENTO DE VÍVERES DESTINADOS A LA GUARDIA, DÁNDOLE ALGUNAS OTRAS NOTICIAS.*

San Cristóbal, septiembre 23 de 1820.

Al Excmo. señor Vicepresidente de Cundinamarca.

El 21 del presente llegó S.E. a este cuartel general, donde encontró preparadas las tropas, conforme a las órdenes que tenía libradas. Ayer empezaron a moverse los cuerpos, saliendo el batallón Granaderos y los escuadrones de Lanceros, Dragones y Cazadores a caballo a reunirse en Táriba con el batallón Vencedor. Hoy marcha también con la misma dirección el batallón de Tiradores. La fuerza de estos cuerpos asciende a 2.200 hombres. El señor coronel Plaza, como segundo jefe de la Guardia, tiene el mando de esta división, que no puede ir mandando el señor general Urdaneta por hallarse enfermo. El objeto de este movimiento es ocupar a Mérida y Trujillo, desalojando al enemigo de las posiciones que ocupa en la pri­mera de aquellas dos provincias. Según todas las noticias que tene­mos, no esperará el enemigo a dar una batalla. El coronel Plaza debe, sin embargo, hacer todos sus esfuerzos por comprometerlo a que la presente, si no emprendiere su retirada muy anticipadamente.

La falta de provisiones en Mérida y en el tránsito hasta allí, ha obligado a S.E. a diferir la marcha de los otros cuerpos del ejército, que permanecerán aquí hasta que se hayan formado los almacenes y depósitos necesarios para las subsistencias.

Con este fin se han despachado comisionados que hagan los acopios, destinando exclusivamente a la compra de víveres los pequeños fondos que había en la caja militar del ejército y que ape­nas a’canzarán para proveer a la división que marcha. S.E. me manda que se lo manifieste así a V.E. para que acelere la remisión de los caudales destinados para la Guardia, y que inste a V.E. para que además de aquéllos vengan cincuenta mil pesos, que es lo menos que se calcula necesario para la campaña. S.E. se lisonjea con que será suficiente esta cantidad; se promete que estos nuevos fondos llegarán oportunamente, y que no exigirá otras sumas para este ejército y sin que llegue el caso de suspender las operaciones por esperarlos. Las miserias del país que debe atravesar el ejército, y donde debe hacer estación para reunirse y aguardar la cooperación de las otras divisiones que obran por Venezuela, hacen extremada­mente urgente e indispensable este socorro. Es necesario pagar todo lo que se consume, y además es preciso pagar las gentes que se emplean en los transportes, sin lo cual nunca se consigue nada y se aventura la suerte del ejército o su disolución y los demás males que son efecto de la escasez de subsistencia.

Aunque no se sabe si haya llegado ya a Casanare el señor coronel Vélez con el armamento que conduce, ha dispuesto desde ahora S.E., suponiendo que no puede tardar mucho, que el señor coman­dante general de Tunja tome de él 500 fusiles, de los cuales enviará 200 al Socorro para el batallón Vargas, y dejará el resto para el de aquella provincia. El objeto de S.E. es que los depósitos mandados formar para los reemplazos de los dos batallones, se instruyan y disciplinen con estos fusiles principalmente en el manejo del arma y en los fuegos.

Así se les ha prevenido a aquellos señores gobernadores, indicándoles que pidan a V.E. la pólvora que necesiten para foguear las tropas y enseñarlas a tirar; V.E. no aguardará a que se le pida para remitir la que sea suficiente para construir 20.000 cartuchos. Cuan­do ya estén instruidos en esto, o cuando llegue el caso de que mar­chen, podrá V.E. disponer de los fusiles que se les manda dar ahora. Estando estos dos batallones muy indisciplinados y bajos, se ha determinado que vuelvan a sus respectivas provincias a com­pletarse y equiparse completamente en todo el resto de octubre. El batallón Bogotá se completará y armará aquí para seguir su marcha a Mérida; se espera el de Boyacá con el mismo objeto. La columna Briceño está aquí, habiendo dejado entre el Socorro y Pamplona 900 enfermos de los veteranos, libertos y socórrenos.

Estos convalecientes, con 700 enfermos que están en Cúcuta, servirán para completar los batallones que están en marcha. S.E. quiere que V.E. ordene inmediatamente la formación del depósito de Bogotá para reemplazar las pérdidas que necesariamente vamos a sufrir en los batallones de Cundinamarca.

Al Llano no puede ir tropa por ahora, y si fuese alguna será a fines de octubre, porque nuestros soldados perecen todos en aquel clima, cuando aun en el de Cundinamarca sufren una pérdida inmensa que causa ya desesperación. El batallón de Tunja ha tenido hasta Capitanejo 180 bajas entre muertos y enfermos, y S.E. ya sabe las pérdidas de la columna Briceño, y el estado del hospital aquí. De suerte que no hay más que un tránsito para estas tropas, y éste por su escasez es más costoso que ningún otro. Yo temo que al fin venga a ser impracticable para un ejército tan grande como el nuestro. Es necesario que V.E. dé las órdenes más positivas para que los hombres que se tomen para el servicio sean fuertes y robustos, porque tomándolos sin distin­ción se enferman y aniquilan a la menor fatiga que se les da. Esta es la causa de las enormes bajas que han tenido todos los batallones de nueva creación.

De los libertos de Antioquia no han podido marchar en el ejército sino 180. Los demás han muerto o están en los hospitales.

¿Creerá V.E. que el batallón de Tiradores del comandante Heras consta sólo de 600 hombres disponibles, y es el resultado de 6.000 entre veteranos y reclutas?

Dios guarde a V.E. muchos años.

El ministro,

PEDRO BRICEÑO MÉNDEZ

*De un impreso moderno. "Correspondencia dirigida ai General Santander", volumen III, págs. 248-250.

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