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DOCUMENTO 4325 CARTA DE BOLÍVAR PARA EL GENERAL SANTANDER, FECHADA EN EL ROSARIO DE CÚCUTA EL 19 DE MAYO DE 1820, EN LA CUAL LE EXPRESA SU CONTENTO POR EL BUEN ASPECTO QUE PRESENTABAN LAS COSAS PARA LAS ARMAS PATRIOTAS, MENOS EN CUANTO A DINERO, "CUYA FALTA NOS MATA", SEGÚN SU EXPRESIÓN.*

Cuartel General del Rosario de Cuenta, 19 de mayo de 1820.

Al señor General Santander.

Mi estimado General:

Muy contento estoy con todas nuestras cosas. Es una reunión muy feliz: la revolución de España, la llegada de la expedición irlandesa a Riohacha, la llegada del General Urdaneta con mil fusileros y cerca de tres mil fusiles; el quietismo de Latorre; la expedición de Rodríguez sobre La Plata; la marcha de los batallones de Rifles y Pamplona a Ocaña y Maracaibo. Todo esto es admirable. Pero la falta de dinero nos mata. Ya debemos más de cinco mil duros, gastados en comprar ganados, en la construcción de la flotilla del Zulia y en los gastos del hospital que es muy numeroso. Ayer ha venido el comisario aquí desesperado a pedirme recursos porque los plátanos se están comprando con algunos pesos que han prestado los oficiales de los cuerpos; no habiendo ya fondos que agotar, yo le mando que busque dos mil pesos prestados en los valles de Cúcuta del modo que se pueda; pero estos dos mil pesos no durarán nada porque son para pagar muchos picos que se deben urgente­mente en San Cristóbal.

Lo peor de todo es que estoy calculando que aun cuando usted nos mande los treinta mil pesos que he pedido, estos 30.000 pesos mensuales apenas alcanzarán para mantener los dos mil doscientos hombres que conservaremos en esta frontera, porque luego que se nos acabe el ganado, que será a fines de este mes o principios del que viene, tendremos que mantener el hospital con gallinas que valen 10 ó 12 reales, y las tropas y oficiales con cerdos y cabras que comprándolas todas a un precio exorbitante no durarán dos meses. Mi única esperanza es que de cuando en cuando llegue una que otra punta de ganado de los Llanos que ofreceré pagar a un alto precio a fin de que venga, y lo mismo voy a hacer con los arroces porque lo que es bagaje para el Estado no se consigue, o con una dificultad extraordinaria. Me parece que en este invierno yo no haré otro oficio que el de proveedor, a menos que Morillo nos venga a visitar.

He mandado una expedición a La Laguna para que haga alguna presa en el tránsito y me traiga alguna noticia de Maracaibo y de las operaciones de nuestras fuerzas por aquella parte. Ayer he venido del Zulia y he visto una flotilla de bon­gos que va bien adelantada. Si tenemos buenas noticias puede ser que mande 500 hombres por La Laguna a cooperar a la rendición de Maracaibo; esto lo pienso, pero no está decidido. También pienso desalojar a Latorre del Chama y ocupar a Mérida; pero tampoco está decidido, porque ahora temo más un mal suceso que cuando no he tenido medios con qué repararlo. Estoy como el rico avariento, muy cuidadoso con mi tesoro: cuando éramos pobres era muy natural que nada temiésemos no teniendo casi qué perder.

He mandado que los fusiles de Vélez vayan a Bogotá para que usted los mande para armar el batallón de Honda. Que este batallón se embarque inmediatamente y vaya a reforzar la escuadrilla a fin de que coopere a la toma de Mompós, o si pueden la tomen sin esperar por Córdoba. Sobre todo que obren como puedan contra el enemigo, organizando bien sus ramos de subsistencia entre las provincias de Cartagena y San­ta Marta; pues de Simití, Ocaña y las riberas inferiores del Magdalena hay sobrados medios para hacer subsistir 700 hom­bres que es lo que más pueden reunir estas fuerzas. Por regla general debe decírsele a nuestras tropas que vivan de lo que dé el país que ocupen. Yo seguiría también esta regla; pero no me atrevo porque de la suerte de este ejército depende la de Cundinamarca, y a mí me parecen irreparables las pérdidas que hace este ejército; porque su fuerza depende de su cua­lidad y no de su número, y por consiguiente el menor menos­cabo me es muy sensible. Los demás reemplazarán sus reclutas con reclutas, mas aquí no hay veteranos con qué reemplazar veteranos. Así, dinero, dinero y dinero.

Salud y dinero. Adiós.

BOLÍVAR

P.D. Con la creación de los nuevos batallones se han qui­tado a Briceño sus cartucheras inglesas; mándele usted 800, sin perjuicio de los 30.000 pesos que son lo principal, aunque no haya cartucheras.

Vale.

* De un impreso moderno. "Cartas a Santander", vol. II; págs. 151-152.

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