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DOCUMENTO 4264 CARTA DE BOLÍVAR PARA SANTANDER, FECHADA EN EL ROSARIO DE CÚCUTA EL 9 DE MAYO DE 1820, EN LA CUAL CONTESTA CORRESPONDENCIA SUYA SOBRE VARIOS TEMAS.*

Cuartel General del Rosario de Cúcuta, a 9 de mayo de 1820.

Mi querido General:

Ayer he recibido una larga correspondencia de Ud. en que con mucha franqueza me habla sobre el estado miserable de nuestras finanzas; pero entre tantas cosas que Ud. propone, una me parece preferible a todas, y es la de que se le autorice para que adopte los arbitrios indispensables para conseguir fondos con qué subvenir a los gastos del Erario. Sobre lo cual autorizo a Ud. ampliamente. Los otros medios que Ud. propone no me parecen tan buenos como el citado, sobre todo aquel de la dimisión. ¿Cree Ud. que otro podrá sacar más recursos para el ejército? ¿Si Ud. con su economía no lo puede conseguir, lo conseguirá otro? Por otra parte, las mismas razones que Ud. tiene para renunciar su empleo, las tengo yo, y además de éstas tengo otras muchas que me son peculiares. Él tiempo de las dimisiones llegará y se recibirán con mucho gusto de todos; pero será cuando hayamos expulsado al enemigo de nuestro país. Entonces lo haremos con honor y con aplauso; antes no me parece bien por muchas razones.

Celebro mucho que usted no sea de la opinión de la ofensiva contra Morillo; porque yo tengo la misma debilidad de que acusa Montesquieu a Pompeyo de querer ser aprobado en mis operaciones. Pero desde que sé que esta es debilidad me he determinado a corregir este defecto. Sobre la defensiva tengo que añadir que si no nos ponemos de acuerdo sobre los treinta mil pesos mensuales, tendré que violar mi plan y echarme al país enemigo intempestivamente para poder mantener el ejér­cito bajo el título de conquista. Estos países de Cúcuta y San Cristóbal bien merecían ser tratados como enemigos porque tienen toda la mala voluntad y la malicia de tales; pero no hay cuerpo de delito sobre qué echarnos, porque el país no tiene más que plátanos de muy difícil conducción a los cuar­teles, y en el pie bajo que están estas tropas no es posible reducirlos a vivir de sólo plátanos. Para darle a Ud. una idea de la carestía del país, le diré de paso que el señor Soto ha cargado al ejército unas cargas de maíz a 14 pesos cada una, habiendo sido tomadas y conducidas por las mismas tropas, y unas reses tomadas por éstas, también a 40 pesos cada una, y así todo lo demás. Puedo asegurar a Ud. con seguridad y con mucho sentimiento que tanto los godos como los patriotas, tanto los jefes como subalternos, tratan este ejército como enemigo, y generalmente he oído decir que este ejército se ha portado con una moderación que yo no esperaba últimamente. Tengo el sentimiento de decir a Ud. que he tenido que desterrar a Pamplona a las parientes de Soto [1], de Concha [2] y aun de Ud., si lo es la mujer de García Herreros [3].

También celebro que Ud. haya ordenado tan oportuna­mente a Antioquia las operaciones que se deben ejecutar sobre la provincia de Cartagena. El modo de hacer tropas es hacerlas combatir y enviarlas al país enemigo donde no cuesta tanto mantenerlas. Sobre Picón diré una sola palabra: mi recomendación es de cumplimiento. Los venezolanos en Cundinamarca no sirven más que para pelear, de consiguiente no quiero que se le dé ningún empleo público, y así se lo dije a Picón. Otra claridad. Usted me dice que mi correspondencia le agrada aun cuando no sean más que pedimentos y cartas des­agradables. Yo creo que puedo retrocar la frase y decir que la correspondencia de Ud. me gusta aunque no se compone más que de negativas y censuras. ¿No tengo razón? Si para Ud. son desagradables mis cartas cuando no hago más que defen­derme ¿qué impresión no deben hacer las de Ud. en mí cuando están llenas de observaciones? La diferencia de nuestras co­municaciones es ésta: que yo siempre he aplaudido cuanto Ud. ha hecho, y Ud. sabe lo que Ud. me ha escrito; Cartas desagra­dables puede bien entrar en el Diccionario de las Claridades, y a pesar de todo a mí no me desagradan las cartas de Ud.

Sobre la paga de este ejército diré que, aunque fuera fraile y anacoreta, siempre pensaría de este modo. Si algunos hom­bres merecen sueldo de preferencia son los libertadores y de­fensores del país y los que están consagrados a una muerte prematura por la libertad, el honor y la conservación de la vida y de los bienes de sus conciudadanos; los más de estos hombres morirán el año que viene; no es justo hacerlos morir antes de miseria. Esta es la parte de justicia; vamos a ver la de interés y la de importancia. Este es el único ejército veterano que tenemos; cada veterano que perdemos el enemigo lo ad­quiere y vale por cuatro de pérdida. Si se disuelve o se dismi­nuye considerablemente por miseria, el enemigo entrará y ago­tará en nuestro daño lo que no hemos tocado para nuestro bien. Así, es de la importancia más grande y del interés de Cundinamarca sostener este ejército a todo trance.

Que se tomen los 30.000 duros donde quiera que los haya mensualmente y se manden a este ejército y que todos los demás arbitrios se empleen en servir a las demás necesidades, que en mi opinión son accesorias; porque el principal de esta República es el ejército de Cúcuta.

Sobre el patronato veré lo conveniente para no oponerme a los decretos del Congreso, y no tomar el tono legislativo que no me corresponde ni quiero.

El decreto sobre indios y agricultores lo he mandado exten­der; no sé si será por este correo.

Sobre Torneros Ud. lo tiene allá y juzgúelo como correspon­de. Yo no conozco a ese caballero sino para servirle y porque estaba en las tropas del mando de Ud. Si es verdad que han asesinado a Vargas, este crimen merece un castigo bien ejem­plar; espero los informes del Socorro.

De operaciones diré a Ud. que si no viene dinero pronto, me iré a Mérida y Trujillo; pero haciendo antes la protesta de que no es operación premeditada sino forzada. Pienso obrar fuertemente sobre Maracaibo con tropas nuevas y viejas. La columna de Briceño queda en el Socorro en cuarteles, y el batallón Vargas en Vélez. Me parece que bastante hará el Socorro en mantener estas tropas sin darle sueldo alguno. He mandado repartir en su provincia el batallón Tunja para que se mantenga más fácilmente. Si Ud. quiere hacer otro tanto con el de Bogotá me parece un expediente que se puede tomar. El batallón de Honda que lo mantenga la Provincia de Neiva. Si ésta no estuviera destruida yo la haría mantener el ejército; además estamos en una extremidad y al frente del enemigo.

La torre no se ha movido; pero dicen que espera refuerzos; probablemente lo atacaremos cuando venga Urdaneta; pero mi intención es no aventurar nada, nada, nada.

Que venga hule para cubrir las malas gorras y sombreros de los oficiales y también que vengan las gorras para la ca­ballería.

Páez ha tomado todo lo que no es armas y municiones de lo que me traía Gómez, mas Urdaneta llevaba orden de recla­marlo todo. Mucho temo que no lo consiga todo.

Mande usted a su afectísimo amigo que lo ama de corazón,

BOLÍVAR

* De un impreso moderno. "Cartas a Santander", volumen II, págs. 146-149. Aunque no especifica el destinatario, es obvio que se trata de Santander.

Notas

[1] Debe referirse al doctor Francisco Soto, nacido en San José de Cúcuta en 1789, posible pariente de Santander. Fue uno de los conjurados del 25 de setiembre de 1828.

[2] Se refiere al coronel José Concha, nacido en Pamplona en 1795 y pariente de Santander.

[3] Se trata de Manuel García Herreros, nacido en España en 1781, establecido desde antes de la Revolución en San José de Cuenta, donde contrajo matrimonio, posiblemente con una parienta de Santander.

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