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DOCUMENTO 7937 COMUNICACIÓN DE JOSÉ GABRIEL PÉREZ PARA LOS MINISTROS PLENIPOTENCIARIOS DE COLOMBIA EN MÉXICO, FECHADA EN LIMA EL 6 DE OCTUBRE DE 1823, EN LA CUAL, DE ORDEN DE BOLÍVAR, LE RECOMIENDA RECABAR DEL GOBIERNO MEJICANO, EL AUXILIO DE ARMAS, DINERO Y TROPAS PARA LA REPÚBLICA PERUANA, AMENAZADA POR LOS EJÉRCITOS REALISTAS. *

Al señor Ministro Plenipotenciario de Colombia en Méjico.

La presente campaña del Perú va a decidir no sólo la suerte de esta República, sino va quizás a extender sus resultados prósperos o adversos a los Estados limítrofes. Un fuerte ejército real aguerrido ocupa las más bellas y ricas Provincias del Perú: las más abundantes en hombres y recursos y las productivas de la verdadera riqueza de este Estado. Este ejército, a la feliz posición que ocupa añade la de tener grandes medios de movilidad, porque posee gran número de ganados de todas clases. Las tropas peruanas y las auxiliares de Colombia, Chile y La Plata, ocupan toda la extensión de costas de este Estado, y sus medios de movilidad son marítimos; de consiguiente, costosos y difíciles. El General Sucre, con dos mil colombianos y mil chilenos, ocupó a Arequipa en agosto último, y el General Santa Cruz, con cinco mil peruanos, había ocupado en junio la Provincia de La Paz en el Alto Perú, pasando el Desaguadero. El General español Valdés y el Virrey La Serna, pudieron pasar el Desaguadero e incorporarse al General Olañeta, [1]] haciéndose así superiores al General Santa Cruz, que se ha visto precisado a emprender su marcha para repasar el Desaguadero y reunirse con el General Sucre, que ha marchado de Arequipa sobre Puno.

El General español Canterac ha marchado del Cuzco con una División, también hacia Puno, para reunirse al Virrey La Serna y a Valdés. [2]] Para estas horas debe haber habido una batalla entre las tropas libertadoras y las reales, en que habrá por lo menos diez y seis mil combatientes de una y otra parte. Si la victoria se decide por los españoles, las tropas que han quedado en esta capital no pueden resistirlos, pues las que están en el Alto Perú perderán una mitad de sus fuerzas, por lo menos. El Libertador, que teme mucho un mal suceso por aquella parte, toma anticipadamente medidas para conservar esta capital y el Callao y las Provincias del Norte, con el objeto de recibir auxilios de Colombia y de Chile y poner en movimiento en esta parte del Perú cuanto sea útil para arrancar al enemigo su victoria. El Libertador está persuadido que sin una extraordinaria cooperación de estos Estados, el enemigo no sólo dominará el Perú, sino que extenderá sus incursiones y ataques a Colombia, a Chile y a Buenos Aires.

En esta situación, el Libertador cree de su deber invitar a nuestros hermanos del Norte los mejicanos, para que también cooperen a la libertad de sus hermanos del Sur. Libre esa vasta y opulenta República de enemigos externos que puedan dominarla y abundante de armas y dinero, haría un servicio de la mayor importancia a la República peruana, auxiliándola oportunamente con un contingente de armas, de dinero y aun de tropas por los puertos del Pacífico.

S.E. el Libertador me manda recomiende a US. la adquisición y remisión de estos auxilios, que podrían dirigirse al Callao o a las Provincias de Trujillo o Guayaquil, en la inteligencia de que el Perú satisfaría religiosamente tan sagradas obligaciones, y de que esta parte de América toda recordaría siempre con gratitud el generoso servicio de sus hermanos de Méjico, que son los únicos que faltan en esta lucha de americanos y españoles, que probablemente parece la última y la que va a decidir para siempre la suerte de una contienda entre los antiguos dominadores de este Continente y sus propios hijos. Ojalá que Méjico sea contado también en el Sur en el número de sus libertadores.

Dios, etc. Lima, 6 de octubre de 1823.

J. GABRIEL PÉREZ

* De un impreso moderno. O’Leary, "Memorias"; tomo XX, páginas 419, 421.

Notas

[1] [Jerónimo Valdés, general español, ya descrito anteriormente.

[2] [Antonio Pedro Olañeta, general español, muerto en 1825, que luchó en el Alto Perú (Bolivia), para mantener el absolutismo español.

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