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DOCUMENTO 4186 CARTA DE BOLÍVAR PARA EL GENERAL JOSÉ ANTONIO PAEZ, FECHADA EN SAN CRISTÓBAL EL 19 DE ABRIL DE 1820, EN LA CUAL LE HACE OBSERVACIONES ATINENTES A LA ESCASEZ DE MEDIOS PARA SUBVENIR A LAS MAS PRECISAS NECESIDADES DEL EJERCITO EN VENEZUELA.*

Cuartel General de San Cristóbal a 19 de abril de 1820.

Al señor General Páez.

He recibido la carta de V. de 7 del corriente en que responde a la mía de Tunja.

Yo sabía que no debían agradarle a V. las observaciones que le hice; tampoco me agradaban a mí y esta fue la razón por­que no las había hecho antes. Pero al fin, el que gobierna una gran familia tiene que pasar por todo, sea agradable o no. V. no debe incomodarse porque le digan el dictamen de los otros; a mí me lo dicen todos los días y no me incomodo, porque el que manda debe oír aunque sean las más duras verdades y, des­pués de oídas, debe aprovecharse de ellas para corregir los males que producen los errores. Todos los moralistas y filósofos acon­sejan a los Príncipes que consulten a sus vasallos prudentes y que sigan sus consejos; con cuánta más razón no será indispensable hacerlo en un gobierno democrático en que la voluntad del pueblo coloca sus jefes a la cabeza para que le hagan el mayor bien posible, y no le hagan el menor mal. Un pueblo soberano, ha dicho Montesquieu, es un caballo indómito que muy pronto derriba su jinete. Es muy difícil dar gusto a muchos y mucho más cuando la República está rodeada de males e inconve­nientes.

El pueblo granadino ha visto que se le ha sacado cuanto tenía que dar y que todo se ha mandado para Venezuela y al ejér­cito venezolano que aquí está. Santander escribió a Urdaneta que el pueblo murmuraba altamente con descaro a causa de los donativos y de las remisiones que se hacían a Venezuela, sin que se viese el fruto de estos servicios ni viniesen fusiles suficientes para su defensa. En Venezuela se necesita de todo; ¿qué deberé hacer yo en un caso semejante? Arreglar mi conducta a la más grande moderación y sufrir con paciencia.

V. se queja de sus acreedores y quiera que se les pague; la Inglaterra entera me pide que le pague y yo no le doy un maravedí por atender a los gastos de la guerra. Está nuestro dipu­tado en Londres en la cárcel por sólo treinta mil pesos, y yo no se los mando por atender a los gastos de la guerra. ¿Y no quie­re V. que yo me incomode al ver al señor Pumar [1] llevarse ocho­cientas mulas por cuatro trapos y quedarnos sin tener con qué conducir el parque? Hablándole de esto me contestó V. que quería protegerlo. Mi réplica debió ser que la protección debía ser a la Patria y no a un individuo; y que, en caso de dársela a un individuo, Pumar debía ser el último por no ser militar.

El General Santander ofrece a V. diez mil pesos más; Dios quiera que se los envíe. Yo creo que él pensó que dentro de dos meses habíamos de tomar a Caracas o no habría ejército de Apure, porque yo sé que no hay los medios para subvenir a las más precisas necesidades. A este ejército, que es el preferido, no se le ha pagado el mes de marzo.

(BOLIVAR)

* De un impreso moderno. "Cartas del Libertador" (Fundación Boulton), vol. XII, págs. 183-184.

Notas

[1] Pumar, probablemente se trate del doctor Nicolás Pumar. Véase la nota 5 del documento 2130, volumen XI de esta colección.

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