Exorno. Señor Vicepresidente de Venezuela.
Desde que fui nombrado Gobernador Político e Intendente de esta Provincia, preví que no podría corresponder a las confianzas del Gobierno, ni proporcionar el bien que es debido a estos habitantes, porque no podría restablecer el orden desaparecido por tanto tiempo, ni menos el ramo de rentas, que su irregular manejo escandaliza a todo hombre sensato. Mi cálculo ha resultado exacto, y lo fundaba en las razones que expondré.
Cuando a un hombre se deja por largo tiempo mandar, se connaturaliza con el mando y de día en día se acerca a la arbitrariedad. Tal ha sucedido con el señor General Páez. El empezó a mandar a su arbitrio, y aunque después se han creado las autoridades competentes, muy poco han importado para contenerse. Esta Provincia sufre en el día un Gobierno peor que el de los españoles, y sólo pueden sufrirlo tantos hombres demasiado amantes de la libertad de su país, comprometidos, y que en cierto modo mitiga sus aflicciones el esperar de un día a otro adquirir el fin deseado y mejorar su suerte.
Aquel señor se ha convertido en Tribunal de Apelaciones, atreviéndose hasta a derogar los autos de este Gobierno; y en el manejo de rentas y disponer de bienes nacionales, parece está más autorizado que persona alguna. En una palabra, señor, la arbitrariedad es la ley.
Los dos adjuntos expedientes que en copia acompaño, darán a V.E. una idea de la verdad de mi relato e igualmente varios informes que tengo hechos al señor Director General de Rentas.
Confieso que yo debía sostener mi jurisdicción, pero también preveo peores males de verificarlo; y no encuentro otro medio para cortar tanto cúmulo de males, que es la remoción de los que por tanto tiempo hemos mandado esta Provincia. ¡V.E. conoce cuánto importa ejecutarse así!
Por más tiempo no me es posible, Señor Excmo., cargar sobre mí males de tanta consideración, ni quiero ser el que permita, que la jurisdicción civil se vea abatida y reducida a nulidad.
En esta virtud, hago solemne dimisión de los mencionados destinos que se me han confiado; y espero que V.E. nombre otro en mi lugar, permitiéndome pasar al Ejército Grande, o señalarme otro destino, con tal que no sea en el Provincia de Barinas, donde peligra mi honor y aun mi propia existencia.
V.E. sabe que jamás he molestado las autoridades con ninguna pretensión; pero ésta es de necesidad e indispensable.
Dios guarde a V.E. muchos años.
Achaguas, diciembre 5 de 1820.
Excmo. Señor,
MIGUEL GUERRERO
Angostura, 27 de diciembre de 1820.
Dependiendo la Provincia de Barinas inmediatamente del Excmo Señor Libertador Presidente, se abstiene esta Vicepresidencia de decretar en esta solicitud, que con los documentos que le son adjuntos se elevará al conocimiento de S.E. por el Ministerio de la Guerra, e instruyase al Gobernador Político de dicha Provincia.
SOUBLETTE
Cuartel General de Achaguas, marzo 26 de 1821.
Negado.
BOLÍVAR
Acotaciones Bolivarianas. Decretos Marginales del Libertador, pp. 140-141. Fundación John Boulton. Edición conmemorativa del Sesquicentenario de la Independencia. Caracas, 1960.
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