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DOCUMENTO 4091. CARTA DE BOLÍVAR PARA SANTANDER, FECHADA EN EL SOCORRO EL 24 DE FEBRERO DE 1820, EN LA CUAL CONTESTA CORRES­PONDENCIA SUYA Y SE REFIERE EN BROMA Y EN SERIO A ALGUNOS DE SUS CONCEPTOS, ESPECIALMENTE CUANDO HABLA DE SU IDEA DE RENUNCIAR.*

Capital de El Socorro, 24 de febrero de 1820.

A S.E, el General F. de P. Santander.

Mi querido General:

He recibido la correspondencia que Vd. me remitió con la acta del reconocimiento de Colombia, que me ha parecido admirable; mañana la contestaré de oficio para que la publique.

Es muy justa la reserva; ella era virtual en el congreso constituyente de Colombia; porque un cuerpo de esta naturaleza conserva siempre la facultad soberana, y su voluntad es absoluta. Por esta causa se omitió en la ley fundamental el decir que el congreso de Colombia estaba autorizado para revocar, reformar, o alterar esta misma ley, o esta base del pacto colom­biano. Semejante cláusula se consideró como superflua, y aun injuriosa a la representación de Colombia.

La carta de Vd. es también admirable. Vd. escribe en todo mucho y bien. Lo que Vd. dice es casi verdad, y sobre todo verosímil. Digo casi, porque no es verdad que en la duración de mi vida consiste la paz interior: en otro tiempo pudo tenerse esta opinión, ya no.

Sus quejas son justas, querido General, pero no conmigo. La culpa ha sido del señor Zea, que resumió mi gran discurso al congreso: fue muy largo y hablé mucho de Vd., y puedo de­cir que le hice toda la justicia que se merece. Yo estaba muy ocupado y Zea es muy flojo. Se encargó de todo, y no hizo casi nada; y esto a empujones. Necesitábamos de la Gaceta para mandarla con la ley a los países extranjeros y a Vds.; y, en medio de diez mil apuros, salió como Vd. la ha visto, no muy mala, pero no muy exacta: me enmendaré.

Ya he respondido sobre las renuncias de Vd., o más bien sobre sus temeridades. Las razones que Vd. tiene son las mismas que yo tengo y que tienen todos. Sirva Vd. bien su pa­tria, que es el mejor agüero, según Epaminondas. Sea lo que fuere de lo futuro, si Vd. se porta bien, Vd. será justificado por la posteridad, que no engaña a nadie.

Una chanza: no es tan mala la vicepresidencia con veinte mil pesos de renta, sin el peligro de perder una batalla, de morir en ella, ni ser prisionero, o pasar por inepto y cobarde, como le sucede a un general de ejército. Vd. parece que se ha olvidado de su oficio, o no es Vd. franco como yo lo he creído siempre, y lo deseo que sea.

No sé cómo dar a Vd. las gracias por todo lo que Vd. hace y dice por mí. Si, como Vd. dice, yo lo he colmado de favo­res, yo también diré, con más verdad, que Vd. me ha col­mado de gratitud, ¿cuáles son preferibles, los actos del poder o de la virtud? ¿No son mejores los últimos?: pues Vd. me ha ganado.

Pronto, y muy pronto nos veremos, porque estoy desesperado de salir del Sur, y volver al Norte. Allá nos abrazaremos, y aunque ni Vd. ni yo somos tiernos, no dejaremos de sentir, sin embargo, el más vivo placer. No nos diremos bellas cosas, pero las pensaremos, porque las grandes pasiones siempre son sublimes y la amistad sobre todas las otras.

Adiós, soy de corazón de Vd.

BOLIVAR

P.D. Sucre me dice de Caicara, que venían remontando el Orinoco 3.000 fusiles. Viva la buena nueva.

* De un impreso moderno. "Cartas del Libertador" (Fundación Lecuna), tomo II, páginas 280-281.

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