Estado Mayor General.—Boletín del Ejército Libertador de Venezuela del día 17 de febrero de 1818.
Reducido el General Morillo a la plaza de Calabozo, después de la derrota que sufrió el día 12, tomó el ejército las posiciones más ventajosas para bloquearlo e impedirle todo socorro. El Cuartel General se restableció en el pueblo del Rastro.
El enemigo se vio forzado en la noche del 14 a abandonar la plaza, y lo verificó a las 12 con tal precipitación, que dejó en nuestro poder toda su artillería, gran número de fusiles y de municiones, sus hospitales, sus almacenes y multitud de objetos militares. Se dirigió al pueblo de El Sombrero por el camino más montuoso, y antes de amanecer, habiendo sido observado el movimiento por nuestros puestos avanzados, se mandó mover el ejército en su persecución. A las cuatro de la tarde del 15, un escuadrón de caballería [1] de los de vanguardia logró alcanzar la columna española en la sabana de la Uriosa [2], arrolló la pequeña caballería con que el enemigo cubría su retaguardia, y la obligó a hacer alto, entreteniéndolo para dar tiempo a que se aproximase el ejército; pero la noche vino antes de que llegase un solo cuerpo de infantería, y el enemigo pudo al favor de ella y de los bosques continuar su marcha. Muchos muertos y heridos y más de doscientos prisioneros de los diversos regimientos españoles fue el resultado del encuentro de este cuerpo de vanguardia, con toda la columna española en esta tarde.
Se continuó la persecución por toda la noche y en la mañana del siguiente, día 16, fue nuevamente alcanzado el enemigo en el paso del río Guárico a las inmediaciones de El Sombrero, en donde los Húsares de la vanguardia que desde antes de amanecer venían picándole la retaguardia lo obligaron a detenerse. Su posición era naturalmente formidable, emboscado a derecha e izquierda de un camino estrecho y con el río y una barranca casi inaccesible a su frente, no nos dejaba por dónde dirigir nuestro ataque; pero nuestra infantería, que ardía por combatir, se empeñó obstinadamente, a pesar de las desventajas del terreno. La Guardia de Honor de S.E. el Jefe Supremo, entró la primera en acción con una audacia y denuedo singular: y la siguieron los batallones de Apure y Barlovento causando en el enemigo un estrago horrible.
El paso habría sido forzado sin necesidad de los demás batallones que quedaban en reserva, si no se hubiera intentado hacer un movimiento sobre la espalda del enemigo con nuestra caballería, cuya cooperación se mandó esperase la infantería. En este intermedio el enemigo abandonó sus posiciones, dejando en nuestro poder más de ciento y cincuenta prisioneros y el campo cubierto de muertos y heridos, y continuó su fuga por el camino de Barbacoas [3], a donde llegó en la misma noche, y hoy ha seguido hacia Camatagua [4] tal es el terror de que va poseído que no le permite tomar descanso, no obstante de que no pudiendo ya las tropas españolas soportar las fatigas se entregan prisioneras sin resistencia.
La pérdida del enemigo desde que emprendió su retirada de Calabozo hasta hoy, pasa de ochocientos españoles, entre muertos, heridos y prisioneros. El ejército del Rey ha desaparecido, las reliquias que han escapado de los combates perecerán en manos del hambre y del cansancio, y sobre las ruinas de los tiranos flotará muy pronto el pabellón de la libertad en todo Venezuela.
Nuestra pérdida total en esta brillante persecución ha consistido en ochenta hombres, entre muertos y heridos. De los primeros son, el Teniente Coronel Passoni [5] Ayudante General del Estado Mayor General, el Capitán Arévalo [6], y el Teniente Girardot [7] de la Guardia de Honor, el Capitán Urbina [8] del batallón de Barlovento y los Capitanes Ramírez [9] y Rosales [10] del de Apure. De los segundos son, el señor General de Brigada José Anzoátegui [11] Comandante General de la Guardia, el Teniente Coronel Ponce [12] el Sargento Mayor Gil [13] los Capitanes Flores [14], Mijares [15] Colmenares [16] Naranjo [17] y Pulido [18] el Teniente Andará [19], y los Subtenientes Meleán [20], Zárraga [21], Sánchez [22] y Bustillo [23], siendo sólo los tres últimos de gravedad.
Todos los Llanos quedan libres y el enemigo sin tropas, sin ganados, sin caballos, sin opinión, no puede defender la Capital hacia donde se dirige el Ejército Libertador.
Cuartel General en El Sombrero. El Jefe del Ejército, Mayor General,
C. SOUBLETTE.
Del original. Archivo del Libertador, vol. 24, fol. 324 a 325. Escrito de letra de Jacinto Martel. La firma y la rúbrica son autógrafas del General de Brigada Carlos Soublette.