.
Portada del sitio > 5) Período (01ENE AL 07SEP 1814) Correspondencia Oficial > DOCUMENTO 734 ARTICULO NECROLÓGICO SUSCRITO POR EL SECRETARIO INTERINO DE (...)

DOCUMENTO 734 ARTICULO NECROLÓGICO SUSCRITO POR EL SECRETARIO INTERINO DE GUERRA, ANTONIO MUÑOZ TEBAR, PUBLICADO EN LA "GAZETA DE CARACAS", EL 28 DE MARZO DE 1814*

Artículo comunicado por el ciudadano Secretario de guerra.

NECROLOGÍA.

Vamos a aumentar las páginas del libro del honor, inscribiendo los nombres memorables de los que han derramado su sangre por la libertad en el campo de batalla.

El benemérito Coronel Luis Rivas Dávila  [1], Comandante del Escuadrón de Soberbios Dragones de Caracas, de la Orden de los Libertadores, murió de una bala de fusil en la brillante acción del 12 de febrero en La Victoria [2]. No empezó su carrera militar por las primeras clases; nunca tuvo otro grado que el de Coronel. Después del glorioso ejemplo de libertad dado en Caracas [3], lleno del noble celo del honor veía con vergüenza la esclavitud de su patria, la Provincia de Mérida  [4]. Guiado por aquel sentimiento y estimulado de su valor, vuela desde Caracas a Mérida. Bajo la espada misma de los tiranos, reúne, excita a sus compatriotas; y al primer impulso echa por tierra su trono envejecido. Tan grande acción fue premiada con elevarle en el ejército, en que hasta entonces no había servido, al grado de Coronel. La misma firmeza que le hizo imperturbable arrostrar la violencia de los opresores de su Patria, le hizo después triunfar de los que nuevamente la habían subyugado. La expedición venida de España en setiembre del año pasado, que creía en su delirio por la ilusión sola conquistar los fuertes corazones de los republicanos, fue derrotada apenas se presentó la vez primera en las cumbres de Bárbula  [5]; y Rivas Dávila, subiendo intrépidamente con sus dragones a las alturas enemigas participó de la gloria de los vencedores de esta jornada que disipó los prestigios del orgullo español; y fue distinguido con una herida. El inspiró al Escuadrón de Soberbios Dragones la marcialidad que le ha hecho tan formidable a los enemigos; Escuadrón que pudo él solo, arrollando una caballería de mil y quinientos hombres, decidir en Araure  [6] la victoria por las armas republicanas. Se debe en gran parte a los esfuerzos de Rivas Dávila en este famoso día y en las batallas que siguieron, nuestros felices sucesos en el Occidente. En el combate del 12 en La Victoria, al extraer de su cuerpo la bala instrumento de su muerte, prorrumpió en aquel rasgo sublime: "Llevadla a mi esposa  [7]., y decirla la conserve, y se acuerde que a ella debo el momento más glorioso de mi vida, aquél en que he perecido, defendiendo la causa de mi suelo". Su último aliento fue exclamar: "Muero contento; viva la República."

El benemérito Coronel Manuel Villapol [8]., de la Orden de los Libertadores, muerto de una bala de fusil que atravesó su corazón en las alturas del Calvario de San Mateo  [9], casi al terminarse la sangrientísima batalla del 28 de febrero. Como el gran Girardot  [10]l., hizo llorar un triunfo conseguido a costa de su sangre; expiró como él, casi al momento de decidirse la victoria; y del mismo modo el golpe mortal que terminó la vida del uno, sin darle un instante, terminó la del otro, sin darle tampoco ninguno.

Las riberas del Ebro [11]le vieron nacer, alistarse en los ejércitos del Rey que venían a la América a sostener la opresión; las playas del inmenso Orinoco  [12] le vieron combatir por la libertad contra aquellos mismos, cuyas banderas había seguido cuando no era culpable en hacerlo. Entusiasta del honor y de los deberes de su noble profesión, Villapol ascendiendo por todos los grados de la milicia hasta el de Coronel, puede en todos ellos ser el mejor modelo de los que quieran servir bien a su Patria llevando las armas. Todas las virtudes militares brillaban en él en sumo grado, valor, franqueza, lealtad, pundonor, nobleza, sed de gloria. Poseía los conocimientos que hacen sostener y conservar los ejércitos, disciplinarlos hábilmente; el soldado le adoraba; el Estado le debía la mayor economía en la administración del ejército. Subordinación, alegría, marcialidad, destreza, eran los caracteres de todos los cuerpos que organizaba, o militaban a sus órdenes. Desriscado en las alturas de Vigirima [13]., permaneció tres días consecutivos sin alimentos y sin agua, oculto en los mismos lugares que dominaba el campo enemigo. Más laureles que los que allí cogió su intrepidez, le coronaron luego en el triunfo inmortal de Araure a que tanto contribuyó. En la Guama  [14]dispersó las reliquias del ejército de Salomón  [15], y ya antes había extinguido la primera insurrección de los valles del Tuy [16].

El benemérito Coronel Vicente Campo Elías [17], de la Orden de los Libertadores, Comandante del invicto Batallón de Barlovento, nació en España. No trajo a la América el espíritu de dominación; trajo las virtudes, el amor a la libertad, y ese impertérrito valor que hace resonar su nombre con tanta gloria en nuestras más célebres batallas. Establecido en la Provincia de Mérida, anunció temprano su alto destino, y cuando las ideas y las circunstancias del tiempo no le permitían ser el libertador de un pueblo esclavizado, era a lo menos su bienhechor. Se había enlazado con la familia de los Picones [18], de la cual la sangre de dos jóvenes derramada en el campo de batalla, la recomienda a toda Venezuela. Tantos títulos al reconocimiento de la Provincia de Mérida, han hecho contar a Campo Elías, después de nuestra regeneración política, entre uno de sus ilustres hijos.

Monteverde  [19] logró subyugar a Venezuela, ponernos de nuevo las cadenas. El partidario de la libertad, el indomable Campo Elías prefiere las selvas, huir de su nueva Patria y de su esposa, que sufrir la degradación de la esclavitud. Ocho meses anduvo errante por los desiertos, hasta que penetrando en Mérida las armas granadinas, pudo Elías asociarse a la santa expedición. Muy pronto se hizo sentir en el ejército la presencia del valeroso campeón, y en las memorables victorias de Niquitao [20] y los Horcones [21] se hizo distinguir con admiración; pero el triunfo que debía colmarle de gloria, el lugar en que Elías iba a elevar un monumento a su valor era el campo del Mosquitero [22], en que anonadó el ejército de Boves  [23], y dejó tendidos sobre el polvo más de mil enemigos.

En las acciones anteriores, sólo había cooperado, sometido a órdenes superiores, al buen éxito del combate; mas en la del Mosquitero, Elías era el Jefe, de él fueron las disposiciones, y en consecuencia el honor del suceso. No fue tampoco Jefe en la batalla posterior de Araure; pero él y su Batallón hicieron en ella los más extraordinarios esfuerzos, a los que siguió la total destrucción del enemigo. Fue desgraciado en La Puerta [24] donde mandaba; pero mostrándose superior a la adversidad, auxilió poderosamente al General Ribas [25] en la derrota que hizo sufrir inmediatamente al ejército de Boves en La Victoria. Murió el 17 de marzo de la herida que recibió en el costado de una bala de fusil el 28 de febrero en las alturas del Calvario de San Mateo, poco después que el bravo Villapol había sido muerto.

El ciudadano Rudecindo Canelón, Capitán del Batallón de Valerosos Cazadores, muerto el 13 de febrero al trepar a las alturas del Pantanero de La Victoria, desalojando al enemigo de sus posiciones. En honor de este intrépido oficial es preciso decir que son muy pocas las batallas que ha habido en Venezuela, felices o desgraciadas, en que no se haya batido con desesperación al lado del estandarte tricolor. Furioso se precipitaba sobre las líneas enemigas, desafiando la muerte que le respetó por mucho tiempo. Nada era capaz de aterrarle; y cuando fue hecho prisionero por Monteverde en el Occidente, admiró a los mismos enemigos la firmeza con que sostenía ,la causa de la libertad ante el tirano y sus satélites. En las bóvedas de Puerto Rico [26] en las prisiones de Coro [27], ni un instante flaqueó aunque se esforzaban en atormentarle; y jamás consiguieron los españoles que se humillara o retractara. Canelón, en una palabra, era tan extremadamente audaz, que en Araure con una descubierta de ochenta soldados, atacó al ejército combinado de Yáñez  [28] y Ceballos [29], compuesto de más de tres mil setecientos hombres.

El ciudadano Jaime Picón  [30], Capitán del invicto Batallón de Barlovento, después de haber acreditado su brío en la mayor parte de las acciones de Venezuela en las cuales se ha hallado, cuando era el objeto de las más lisonjeras esperanzas, fue herido gravemente el 28 de febrero en las alturas del Calvario de San Mateo, y murió a los pocos días. No pasaba de la edad de diez y seis años; nació en Mérida, era hermano político del denodado Elías, y hermano del otro Picón [31] aún más pequeño, que recibió un balazo en la batalla de los Horcones. Este tierno infante no ha podido restablecerse de la herida que le cubrió de honor, y de que padece. Aun así, entre estos ilustres venezolanos, los cuatro son hijos de Mérida: Rivas Dávila, Campo Elías y los dos Picones; de esa ciudad, que asolada tanto como Caracas por el terremoto [32], ha hecho sacrificios dignos de un pueblo de héroes por la libertad general. A costa de la sangre de los generosos meridianos [33]. de que se componía una grandísima parte del Ejército Libertador, se han rescatado los países oprimidos por la más bárbara tiranía. Con sus recursos se han conservado nuestros ejércitos. Sus caballos, sus dineros, sus lienzos, sus preciosidades han sido destinados al soldado de la libertad, o han sido convertidos en materias útiles para la campaña. La llama del patriotismo, que abrasa los virtuosos corazones de aquellos habitantes, es el sol que vivifica sus vastas poblaciones, que enciende el espíritu público de unos pueblos, que sin esta invencible barrera hubieran cedido a los conatos y a la seducción del Gobierno de Maracaibo [34].

El ciudadano Rafael Quintero [35] Ayudante del Batallón de Valencia, oficial de un celo y actividad extraordinaria, y poseído de aquel fervoroso patriotismo que se difunde y va a animar a los más indiferentes fue el primer oficial que por su audacia murió en la acción del 28 de febrero; era natural de Caracas.

El Teniente ciudadano Rodríguez [36], natural de Valencia, y del Batallón de esta ciudad, fue herido en la acción parcial del ocho de marzo, atacando las posiciones del enemigo en las alturas al mediodía de San Mateo. Ha muerto y su pérdida nos ha privado de uno de los más valerosos oficiales, y caracterizado de aquel constante sufrimiento en las incomodidades y peligros de la campaña, que es la excelente cualidad de los bravos valencianos.

El ciudadano Pedro Navarrete38. [37], Subteniente de artillería con un valor inalterable, que se hacía conocer más por el acierto de sus tiros. Servía su cañón el 28 de febrero en las alturas del Calvario de San Mateo, causando al enemigo el horrible estrago que le había hecho el 12 en La Victoria, y con que llamaba en todos los combates la atención de los Jefes y del ejército. El 28, después de tres horas de fuego, recibió dos balazos, y murió a los dos días. El ciudadano Pedro Buroz  [38] Subteniente del Batallón de Valerosos Cazadores, el cuarto de los jóvenes Buroces [39] que han perecido generosamente, defendiendo la libertad de su Patria: Lorenzo  [40] el 12 de agosto de 1811, batiendo las tropas sublevadas de Valencia; Vicente [41]. el 10 de noviembre de 1813 en Barquisimeto, muero o hecho prisionero; Venancio  [42] el 5 del mes siguiente de diciembre, muerto en la vanguardia de los Valerosos Cazadores en Araure, y Pedro el 27 de febrero último, acometiendo al enemigo en las alturas al mediodía de San Mateo. Pedro, que aún no tenía la edad de quince años, empezó a llevar las armas en la campaña desde el mes tie mayo de 1812, y a los pocos días fue herido, y llevado prisionero a Valencia donde a pesar de su tierna edad de trece años fue tratado con el rigor que los españoles ejercen contra todos los americanos. Ni la suerte de los tres hermanos que le precedieron con una muerte gloriosa en el campo del honor, ni el prestigio que esto podía producir sobre el inevitable destino de los Buroces en la guerra, fueron capaces de desalentar al valeroso Pedro. La oposición misma que elevaron las autoridades públicas para impedir que marchase últimamente contra el enemigo, excitó más su noble ardor marcial, y aprovechó la salida de Caracas del benemérito General Ribas, para volar a San Mateo a buscar la gloria, y vengar la sangre de sus hermanos, a quienes fue inmediatamente a acompañar en la tumba para vivir en la posteridad, sin que el tiempo ni las vicisitudes puedan borrar el nombre ilustre de todos ellos. Mientras el fuego de la libertad abrase los corazones americanos, no se recordará sin un sentimiento de entusiasmo y veneración la corta pero heroica historia de los Buroces. Su nombre, memorable en los anales de la virtud, ha conseguido la inmortalidad; y la serie de triunfos célebres que han rescatado a tantos pueblos de la tiranía, será preservada del olvido junto con el indeleble nombre de Buroz.

ANTONIO MUÑOZ TEBAR.

* De un impreso de época coetánea. La “Gaceta de Caracas”, N° III correspondiente al lunes 28 de marzo de 1814, publica el texto de este artículo. La Comisión Editora no ha podido examinar el original manuscrito. El artículo carece de fecha, pero debió ser escrito entre el 17 de marzo (día de la muerte de Campo Elías, mencionada en el texto), y el 23 o 24 del mismo mes, para que pudiera ser remitido de San Mateo a Caracas e impreso el 28. Ante la imposibilidad de determinar la fecha exacta de su redacción, la Comisión Editora se ha atenido a la de su publicación en la Gazeta.

Varias son las razones que han inducido a la Comisión Editora a incluir este texto en la Compilación de Escritos del Libertador. En primer lugar, el hecho de que lleve la firma del Secretario interino de Guerra y Marina, Antonio Muñoz Tébar, quien se hallaba entonces junto a Bolívar y era (como los demás Secretarios) Agente transmisor de sus órdenes y disposiciones. En segundo lugar, por ser evidente en este artículo la finalidad de exaltar la memoria de los héroes republicanos caídos en el campo de batalla, lo cual constituía una definida política del Libertador, como lo demostró, anteriormente, el caso de Girardot. También el hecho de que algunos párrafos de esta "Necrología" presenten una estrecha relación estilística con diversos Boletines o partes de guerra atribuidos a Bolívar, que figuran en la presente publicación. Todo ello permite creer que este artículo, si no fue dictado enteramente por el Libertador (cosa que no debe excluirse del todo) fue, por lo menos, inspirado por él, y debió de ser revisado personalmente.

Notas

[1] Véase la nota 5 del Doc. N° 355, en la Correspondencia Oficial.

[2] Véase la nota 2 del Doc. N° 279, en la Correspondencia Oficial, sobre esta población del actual Estado Aragua.

[3] Alude a lo sucedido en dicha ciudad el 19 de abril de 1810.

[4] Antigua Provincia de Venezuela, que comprendía los actuales Estados Mérida y Táchira.

[5] Véase la nota 1 del Doc. N° 411 en la Correspondencia Oficial.

[6] Sobre esta población, véase la nota 2 del Doc. N° 244 en la Correspondencia Oficial.

[7] Se llamaba María de Jesús Rivero. Consta que en 1821, después de Carabobo, vivía aún en Caracas

[8] Véanse la nota 1 del Doc. N° 329 y la nota 4 del Doc. N° 510, en la Correspondencia Oficial

[9] Sobre esta población del actual Estado Aragua, véase la nota principal del Doc. N° 473 en la Correspondencia Oficial.

[10] Atanasio Girardot. Véanse la nota 5 del Doc. N° 140 y la nota principal del Doc. N° 203, en la Correspondencia Oficia

[11] Río de España que vierte sus aguas en el Mediterráneo.

[12] Se refiere a las campañas de Guayana, a orillas del Orinoco, en 1811-1812 .

[13] Véase la nota principal del Doc. N° 510

[14] Población del actual Estado Yaracuy.

[15] El jefe realista Miguel Salomón.

[16] Los que riega el río Tuy, al sureste de Caracas.

[17] Véase la nota 6 del Doc. N° 192 en la Correspondencia Oficial.

[18] Por su matrimonio con la dama merideña Martina Picón. Véase, sobre esta familia, las notas 1 y 2 del Doc. N° 84, en la Correspondencia Personal.

[19] Domingo de Monteverde. Véase el Doc. N° 97, nota 12, en la Correspondencia Oficial

[20] Véase la nota 1 del Doc. N°194, en la Correspondencia Oficial.

[21] Doc. N° 266, nota 8, en la Correspondencia Oficial.

[22] Véase la nota 3 del Doc. N° 549, en la Correspondencia Oficial.

[23] José Tomás Boves. Véase la nota 4 del Doc. N° 382 en la Correspondencia Oficial.

[24] Desfiladero de entrada a los Llanos.,

[25] José Félix Ribas. Doc. N° 127, nota 3, en la Correspondencia Oficial.

[26] Véase la nota 2 del Doc. N° 573.

[27] Véase la nota 3 del Doc. N° 111 en la Correspondencia Oficial.

[28] José Yáñez. Véase Doc. N° 229, nota 20, en la Correspondencia Oficial.

[29] José Ceballos, jefe español.

[30] Jaime Antonio Rodríguez Picón. Véase la nota 7 del Doc. N° 713.

[31] El joven Subteniente Gabriel Picón (1799-1866).

[32] El de marzo de 1812.

[33] Sic. Se refiere a los habitantes de Metida (Provincia y ciudad) a quien hoy suele llamarse en Venezuela merideños

[34] Véase la nota 5 del Doc. N° 166, en la Correspondencia Oficial.

[35] Véase la nota 8 del Doc. N° 536, en la Correspondencia Oficial.,

[36] Es difícil precisar de cuál de los numerosos oficiales de ese apellido se trata.

[37] Como Subteniente de Artillería se había distinguido en la acción de La Victoria en febrero.

[38] Véase la nota 22 del Doc. N° 527, en la Correspondencia Oficial.,

[39] La forma plural de este apellido aparece escrita siempre "Burozes" en el texto que seguimos.

[40] Nacido en Caracas en 1786, murió en campaña frente a Valencia en 1811.

[41] Vicente Buroz, nacido en Caracas en 1792, no había muerto. Hecho prisionero en Barquisimeto, logró escapar en 1818. Murió en Caracas en 1862

[42] Véase la nota 16 del Doc. 527.

| | Mapa del sitio | Seguir la vida del sitio RSS 2.0