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DOCUMENTO 3994. CARTA DE BOLÍVAR PARA SANTANDER, FECHADA EN SAN JUAN DE PAYARA EL 11 DE ENERO DE 1820, INFORMÁNDOLE SOBRE AC­TIVIDADES DEL EJÉRCITO PATRIOTA Y FORMULANDO APRECIACIONES ACERCA DE LAS OPERACIONES POR EJECUTARSE.*

San Juan de Payara [1], 11 de enero de 1820.

A S. E. el General Francisco de Paula Santander.

Mi querido amigo:

Llegué anoche a este pueblo habiéndome traído el ejército de Oriente, que no ha dejado de tener 500 hombres de deserción; pero con caballería y todo debemos contar con más de 2.000 hombres de dicho ejército.

El General Páez ha vuelto de regreso de Barinas sin haber combatido con nadie, porque los enemigos le dejaron libre la provincia, pero sufría deserciones considerables, y algunas de ellas al enemigo, causadas por algunos de los oficiales prisioneros a quienes dimos servicio en el Nuevo Reino de Granada, además sufrieron las tropas de Páez muchas enfermedades, ca­rencia de víveres y falta de caballos: en fin este ejército ha vuelto y está ya reunido conmigo; que con las reclutas que vienen del Reino se aumentará considerablemente. De lo que estamos sumamente faltos es de caballos; de suerte que no sabemos cómo hacer para montar el ejército. Los hay, pero muy flacos por las fatigas anteriores: apenas tenemos en qué montar los oficiales en caballos de servicio. Esta dificultad me tiene en la mayor perplejidad, porque Morillo, según las noti­cias que tenemos, tiene su cuartel general en el Tocuyo, país montañoso, y ha dado orden a sus cuerpos avanzados que replieguen hacia él al acercarse el enemigo. Ha dicho, según relaciones fieles, que va a retirarse cuanto le sea posible hasta destruir nuestra caballería, y luego batir nuestra infantería en posiciones ventajosas, alejándonos la fuente de nuestros recur­sos y acercándose él a los suyos. Este plan me parece el más conveniente para el enemigo y, por lo mismo, muy desventajoso para nosotros. Por otra parte, el verano [2] hace el tránsito de aquí a las serranías sumamente penoso para los caballos, que, sobre estar en muy mal estado, se destruirían antes de llegar al campo de batalla con sólo faltarles pasto y agua. Todo nos indica que debemos dejar pasar un poco de tiempo para que se reponga la tropa de sus fatigas, se discipline como es de necesidad, y convalezcan los caballos con los buenos pastos que tiene ahora el Apure. Mientras tanto yo voy a maniobrar por un flanco del enemigo para forzarlo a concentrarse, para que concentrado agote sus recursos y después vuelva a disemi­narse, forzado por la escasez a que lo vamos a reducir, a tiempo que ya podamos tomar la ofensiva resueltamente.

Para ejecutar todo esto, dejo a la consideración de Vd. calcular el tiempo que se necesita y las muchas medidas que debe­mos adoptar para lograr, con todas las probabilidades, un resultado favorable. Mucho hemos hecho, pero más nos queda que hacer; desde luego voy activar la toma de Maracaibo por las tropas inglesas y las de Urdaneta; por consiguiente, es indispensable ocupar a Mérida y Trujillo, y ocuparlas permanente­mente, porque éstas son el antemural de la Nueva Granada, y sirven para inquietar el flanco derecho de Morillo. Por consiguiente, las fuerzas inglesas no deben obrar ya sobre las costas de Caracas hasta que no entre el invierno, para que no se encuentren solas en la lucha por aquella parte.

El General Bermúdez con los 1.000 ingleses que fue a buscar a la Margarita, y los más que haya traído, debe quedar en el Oriente para ocurrir donde sea más urgente. La caballería del General Sedeño entrará en los Llanos de Caracas y tomará cuanto se encuentre en ellos para aumentar y sostener su división, la cual observará al enemigo por el flanco izquierdo. El cuerpo principal del ejército quedará a las órdenes del General Páez para obrar inmediatamente que sea posible y conveniente.

El enemigo se ha de dividir, y dividido debemos destruirlo sin falta, sin exponer la suerte de Colombia en una batalla general y quizá desgraciada, porque la disciplina es el alma de las tropas enemigas, como lo es el valor de las nuestras; y por descontado, aquélla es más conveniente en una batalla general que éste. En substancia esto es lo que he podido hasta ahora resolver como más acertado. Yo no he visto aún al General Páez a quien espero de mañana a pasado mañana, según me ha asegurado un oficial amigo suyo: él es de la misma opinión que yo en lo substancial de este plan, y pensaba proponérmelo en vista de las circunstancias, que están demasiado bien mar­cadas para que no le hiriesen de golpe. Esta lentitud puede ser que sea muy prudente; pero también puede ser infausta, porque la suerte de la guerra es impenetrable para los hombres. Mas yo estoy manejando el destino de diez y ocho provincias ya libres, y no debo jugarlas a los dados. Unos sacrificios más ten­dremos que hacer; que, aunque dolorosos, por fin tendrán un resultado agradable. Yo voy a obrar con mucha energía sobre los puntos débiles, y voy a dejar los fuertes en inacción momentánea, para que las ventajas parciales contribuyan después a la ventaja total. Estoy como aquel rico que, a fuerza de azares, ha llegado amontonar un gran tesoro y por lo mismo teme aventurarlo a las contingencias que se lo han procurado. La fortuna es generalmente ciega, y yo me he hecho perspicaz: éste es un presagio muy fausto al buen éxito de nuestra causa. No sé si me equivocaré, pero yo tengo más confianza en esta prudencia que en todas las profecías de los santos.

Día 14.

Suspendí el curso de esta carta hasta hoy por esperar al General Páez, el cual ya me había escrito largamente sobre el particular, pero la correspondencia la llevó el General Sucre. Estamos de acuerdo en todo e inmediatamente vamos a poner en ejecución cuanto se ha dicho. El General Sucre está encar­gado por mí para llevar el armamento a la Nueva Granada, y todas las medidas están tomadas para que no se dilate en nin­guna parte por ningún accidente. Las tropas que deben cubrir a Mérida van a marchar inmediatamente, serán poco menos de 1.500 hombres para que la división de Urdaneta pueda obrar con seguridad sobre Maracaibo, de acuerdo con los in­gleses de Montilla, a quien voy a escribir apurando nuevamen­te a que obre sobre aquella parte con la mayor actividad. Yo le dije que en todo el mes de enero obrase sobre Caracas, y en todo febrero sobre Santa Marta; en una palabra, le dije, mi principal objeto en esta campaña es tomar a Maracaibo. Así, amigo, es preciso tomar todas las medidas necesarias para que se ejecute este plan. Supongo al General Urdaneta en Pamplona, y supongo que Vd. hará, por su parte, cuanto le sea posi­ble salga con su empresa adelante porque de ella depende la salud de la Nueva Granada, para que al entrar el invierno po­damos obrar activamente sobre Venezuela y el Sur con nume­rosos cuerpos ya armados y disciplinados. De consiguiente, el verano debemos emplearlo en preparar los elementos para la campaña; que se manden muchas municiones al Sur y que a Urdaneta no le falte nada, es el encargo que más recomiendo ahora a Vd.

Soy su afmo. amigo que lo ama de corazón.

BOLIVAR

P.D. Hoy 14 he recibido parte del Coronel Salom en que me dice la retirada de La Torre hacia Mérida, y aunque nada se ha hecho, mucho me alegro porque estarán Vds. más desahogados. Me dice también que nuestro ejército sigue al ene­migo en su alcance para batirlo. Pienso marchar inmediata­mente con la columna, de que tengo hablado a Vd. antes, y pronto nos veremos sin la menor falta, pues no me detendré sino lo necesario para tomar mis disposiciones. Esto quiere decir que antes de un mes puede que nos hayamos visto.

* De un impreso moderno. Obras Completas de Bolívar, tomo I° páginas 409-411.

Notas

[1] San Juan de Payara, población del Estado Apure, Distrito San Fernando.

[2] Verano e invierno indican en estas latitudes, tiempos de sequía y de lluvia, respectivamente.

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