Popayán, 26 de noviembre de 1829.
Al Señor Doctor José Ángel Álamo.
Mi querido amigo:
He recibido con mucho gusto la estimable carta de Vd. de 7 de octubre último y doy a Vd. mil y mil gracias por el interés que toma en mis negocios y por su incansable oficiosidad.
Pesa bien en mi consideración todo el contenido de su carta, y confieso que, por desgracia, contiene mil verdades a que es forzoso ocurrir oportunamente; pero Vd. no dejará de conocer que la naturaleza de las cosas aleja algunas veces aquella oportunidad que se desea.
Contraído yo a los asuntos de la guerra y llamada mi atención a radicar la paz y la tranquilidad en la nación, como un punto vital para ella, a la vez que pocos me ayudan y, por el contrario, muchos conspiran, no ha bastado mi voluntad para que los pueblos reciban los beneficios a que son acreedores.
Venezuela es el ídolo de mi corazón y Caracas es mi patria: juzgue Vd. cuál será mi interés por su prosperidad y engrandecimiento.
Nada ocurre de particular que comunicar a Vd.: el congreso y sus deliberaciones es el único objeto de nuestras meditaciones y cuidados.
Por mi parte, he concluido mi obra presentando a Colombia en paz y tranquilidad después de una guerra y de una anarquía que parecía un volcán que iba a reducirlo todo a cenizas.
Toca ahora a los escogidos del pueblo fijar del modo más sólido sus destinos futuros.
Adiós, mi querido amigo, escríbame Vd. mucho y largo, porque recibo mucho placer cuando tengo sus cartas.
Soy de Vd. afmo. amigo de corazón.
BOLÍVAR