Guayaquil, 13 de Agosto de 1829.
AL SEÑOR GENERAL PEDRO A. HERRAN.
Mí Querido General:
He recibido la apreciable de Vd., del 8 de julio próximo pasado. Siento no poder decir a Vd. cuanto quisiera en contestación a su contenido, pues un ataque nervioso y bilioso que hace diez días me ha reducido a la cama, y de que estoy muy mejorado, me lo impide porque estoy aún sumamente débil; pero siquiera diré a Vd., mi amigo, que ¿qué podré yo hacer con nuestra gente, que la observo más apática cada día y más indiferente a su suerte? Yo veo que nadie toma el interés que se debe por la causa pública, que nadie escribe, y que públicamente nada se hace por lo que a ellos, más que a mí, debiera interesar tanto. En fin, haga Vd. que el Doctor Cuervo escriba y que todos inflamen la opinión pública, dilucidando las cuestiones del cato y haciendo conocer a nuestro pueblo su verdadero interés y los riesgos a que está expuesto en una crisis como la presente.
Por el General Urdaneta o el Señor Vergara, sabrá Vd. la multitud de noticias que tenemos del Perú y Bolivia, pues por la secretaria General se les manda una prolija minuta de ellas.
De un momento a otro tendremos aquí a Demarquet de regreso de su comisión cerca del General La Fuente; ha escrito muy satisfecho de su comisión y de su recepción por aquellos Señores. Dice que el Señor Larrea vendrá comisionado por el Perú para los tratados, y que pudiera ser que viniese con él; así es que creemos también que llegarán los Ministros de aquel Gobierno de un instante a otro, y que, entre ellos, tendremos el gusto de tener un buen amigo. El Señor Gual debe haber salido de Quito para acá desde el día 1ª y no debe tardar.
Todo nos anuncia que no habrá obstáculo para concluir la paz, pero como trato de dejarla lo más segura que pueda, tendré todavía que dilatarme en estos departamentos y no podré recalar por allá hasta fines del año.
Mientras tanto, quedo como siempre, de Vd. su amigo de corazón
BOLÍVAR.