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DOCUMENTO 2083, DE UNA COPIA DE LETRA DE URDANETA, O.C.B., CARTA DEL LIBERTADOR SIMÓN BOLÍVAR AL CORONEL PATRICIO CAMPBELL, FECHADA EN GUAYAQUIL, 5 DE AGOSTO DE 1829, DÁNDOLE GRACIAS POR SUS BUENOS SENTIMIENTOS Y LE ANUNCIA SU RENUNCIA AL MANDO SUPREMO EN EL PRÓXIMO CONGRESO CONSTITUYENTE.*

GUAYAQUIL, 5 DE AGOSTO DE 1829.

AL SEÑOR CORONEL PATRICIO CAMPBELL,

ENCARGADO DE NEGOCIOS DE S. M. B.

Mí Estimado Coronel y Amigo:

Tengo la honra de acusar a Vd. el recibo de la apreciable carta de Vd. de 31 de mayo fecha en Bogotá.

No puedo dejar de empezar por dar a Vd. las gracias por la multitud de bondades que Vd. derrama en toda su carta hacia Colombia y hacia mí. ¿Cuántos títulos no tiene Vd. a nuestra gratitud? Yo me confundo al considerar lo que Vd. ha pensado, lo que Vd. ha hecho desde que está entre nosotros por sostener el país y la gloria de su jefe.

El Ministro Inglés residente en los Estados Unidos, me honra dema­siado cuando dice que espera en Colombia sola, porque aquí hay un Bolívar. Pero no sabe que su existencia física y política se halla muy debilitada y pronta a caducar.

Lo que Vd. se sirve decirme con respecto al nuevo proyecto de nom­brar un sucesor de mi autoridad que sea príncipe europeo, no me coge de nuevo, porque algo se me había comunicado con no poco misterio y algo de timidez, pues conocen mi modo de pensar.

No sé qué decir a Vd. sobre esta Idea, que encierra en sí mil inconvenientes. Vd. debe conocer que, por mi parte, no habría ninguno, determinado como estoy a dejar el mando en este próximo Congreso, mas ¿quién podrá mitigar la ambición de nuestros jefes y el temor de la desigualdad en el bajo pueblo? ¿No cree Vd. que la Inglaterra sentiría celos por la elección que se hiciera en un Borbón? ¿Cuánto no se opon­drían todos los nuevos estados americanos, y los Estados Unidos que parecen destinados por la Providencia para plagar la América de mise­rias a nombre de la Libertad? Me parece que ya veo una conjuración general contra esta pobre Colombia, ya demasiado envidiada de cuantas Repúblicas tiene la América. Todas las prensas se pondrían en movi­miento llamando a una nueva cruzada contra los cómplices de traición a la libertad, de adictos a los Borbones y de violadores del sistema americano. Por el Sur encenderían los peruanos la llama de la dis­cordia; por el Istmo los de Guatemala y Méjico, y por las Antillas los americanos y los liberales de todas partes. No se quedaría Santo Do­mingo en inacción y llamaría a sus hermanos para hacer causa común contra un príncipe de Francia. Todos se convertirían en enemigos sin que la Europa hiciera nada por sostenernos, porque no merece el Nuevo Mundo los gastos de una Santa Alianza; a lo menos, tenemos motivo para juzgar así, por la indiferencia con que se nos ha visto emprender y luchar por la emancipación de la mitad del mundo, que bien pronto será la fuente más productiva de las prosperidades europeas.

En fin, estoy muy lejos de oponerme a la reorganización de Co­lombia conforme a las instituciones experimentadas de la sabia Europa. Por el contrario, me alegraría infinito y reanimarla mis fuerzas para ayudar en una obra, que se podrá llamar de salvación y que se conseguirla no sin dificultad sostenidos nosotros de la Inglaterra y de la Francia. Con estos poderosos auxilios seríamos capaces de todo, sin ellos, no. Por lo mismo, yo me reservo para dar mi dictamen definitivo cuando sepamos que piensan los gobiernos de Inglaterra y de Francia sobre el mencionado cambio de sistema y elección de dinastía.

Aseguro a Vd., mi digno amigo y con la mayor sinceridad, que he dicho a Vd. todo mi pensamiento y que nada he dejado en mi reserva. Puede Vd. usar de él como convenga a su deber y al bienestar de Co­lombia. Esta es mi condición, y en tanto reciba Vd. el corazón afectuoso de su atento obediente servidor.

BOLÍVAR.

(*)Es copia –Urdaneta.

La copia por error tiene fecha de 25 de agosto .Es el archivo existe otra de letra de O’Leary por la cual hemos corregido la presente.

Sólo el ciego espíritu de partido entre los contemporáneos y los prejuicios de historiadores empeñados en sostener una tesis errónea, han podido tomar esta carta como prueba de que Bolívar aspiraba al trono. Así la presenta Páez en su Autobiografía, I, 477, pero ya sabemos lo que valen sus asertos cuando se refiere a la fauna póstuma del Libertador.

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