Campo de Buijó, frente a Guayaquil, 6 de julio de 1829.
AL EXMO SEÑOR GENERAL JOSÉ ANTONIO PÁEZ.
Mí querido general:
He tenido en este correo la muy grata de Vd. fecha en 5 de mayo.
Por ella quedo enterado que para entonces había dificultades para la salida de la escuadra, pero que se trabajaba con tesón. Así yo me consuelo con la esperanza de que ya estará en marcha a estos mares.
Nosotros seguimos muy bien por lo que hace a esta guerra, tenemos bastante seguridad de que se nos entregara la plaza de Guayaquil antes de quince días y tenemos muy fundadas esperanzas de hacer la paz con el Perú bien pronto, mas a pesar de nuestra situación ventajosa actualmente y de que mi salud tiene también bastante robustez hoy, no puedo menos que confesarle, querido General que mi espíritu está sumamente acongojado con el cuadro lamentable de Nuestra América al presente en Chile y en Buenos Aires no cesan las Revoluciones más escandalosas por las malditas opiniones en Guatemala, sin haber realistas, centralistas, ni vitalicios se despedazan atrozmente.
Ya las Provincias han tomado la capital donde se han cometido inauditos desordenes en Méjico sabemos lo que ha sucedido y el Perú nos acaba de dar el ejemplo más tremendo de inmoralidad y corrupción en la deposición de La Mar y su gobierno, pues aunque nos ha venido bien por ahora a nosotros para terminar gloriosamente nuestra contienda presente ¿Quién podrá negar que su contagio nos será mañana más funesto que el resultado que pudiera traernos una solemne derrota?
En fin mi amigo yo veo hoy a la América como un inmenso caos de pasiones de dificultades y de desordenes y mi imaginación se pierde al contemplar hasta qué punto puede llegar nuestra fatalidad, Colombia es verdad, que no ha sido tan desgraciada como aquellas todavía por el favor de una casualidad ¿pero cree usted que no lo será luego? ¡Ojala que me equivoque! Mas los combustibles que ella contiene no pueden dejar de prender y destruirla. Muy en hora buena que se hayan hecho buenas elecciones que haya un buen Congreso y que éste de un buena Constitución pero ¿quien será quien la sostenga? dirá Vd. que yo ¿Y cree Vd. que podré yo contener los ambiciosos, los anarquistas, los asesinos, los traidores y tanto infierno? No es posible, mi amigo y yo no veo ningún otro resultado que la pérdida absoluta de nuestro país.
Los Americanos no tendrán juicio nunca y los Españoles de acuerdo con la Europa, los dominaran después que se hayan destruido ellos mismos con sus locuras, sin que ya nada puedan hacer los viejos patriotas.
Acabamos de saber por conducto fidedigno que viene una expedición sobre las Costas de Guatemala. Yo creo firmísimamente que tomaran aquel país con la ultima facilidad y nosotros tendremos que defender las nuestras de Nueva Granada y Venezuela, contra las que es muy probable se dirijan [1] puesto que nos han estado entreteniendo con una negociación para salir al cabo con nada y ganarnos el tiempo.
Adiós, mi querido general, pienso que tendré el gusto de ver a Vd. y demás amigos de esa ciudad luego que concluyamos estos asuntos, pues pienso irme a tomar mi descanso por allá y procurar que me olviden porque estoy ya muy aburrido.
Soy su afmo. amigo.
BOLÍVAR.
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