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DOCUMENTO 1095. DEL ORIGINAL O.C.B. CARTA DEL LIBERTADOR SIMÓN BOLÍVAR AL GENERAL FRANCISCO DE PAULA SANTANDER, FECHADA EN MAGDALENA EL 23 DE MAYO DE 1826, NOTIFICANDO LA NO ACEPTACIÓN DEL MANDATO QUE LE ASIGNA EL CONGRESO Y EXPONE UN BALANCE DE LAS NACIENTES REPÚBLICAS. LE EXPRESA SU PREOCUPACIÓN POR EL ESTADO DE DETERIORO DE LAS RENTAS PÚBLICAS DE COLOMBIA Y LE OFRECE CONSEJOS EN ESA MATERIA. SE MUESTRA CONTRARIADO POR EL SISTEMA LEGISLATIVO COLOMBIANO, PUES LA CANTIDAD DE LEYES LO HACEN DEMASIADO COMPLICADO.

Magdalena,23 de mayo de 1826.

A S. E. EL GENERAL F. DE P. SANTANDER.

MI QUERIDO GENERAL.

Hoy he tenido el gusto de recibir las dos cartas de Vd. del 6 y 21 de marzo que me ha traído el correo. Todo lo que ellas contienen, lo mismo que las demás cartas que Vd. me incluye, excepto la de Caracas sobre Mariño, me han alegrado infinito, pues ha de saber Vd. que yo aguardaba este correo como quien ve venir una tormenta. Afortunadamente no hemos tenido una noticia que nos dé inquietud, porque además de no decirse nada de expedición de La Habana, la elección de Vd. para la vicepresidencia ha venido a completar el contento de ver que, por ahora, nada tenemos que temer de ninguna parte. Yo también he recibido hoy la comunicación oficial que me hace el presidente del senado anunciándome la elección que se ha hecho en mí para presidente de la república. Tengo, pues, preparada la contestación que voy a dar al presidente del senado y que mandaré con O’Leary, que saldrá dentro de cinco o seis días llevándole a Vd. cosas muy importantes, entre las , cuales debe contarse como la primera de todas mi proyecto de constitución para la república de Bolivia, que está actualmente bajo de la prensa. En mi contestación al senado, yo, desde luego, me niego a admitir el empleo que se me acaba de conferir, fundando mi renuncia en que la constitución previene que ningún ciudadano puede mandar la república por más de ocho años, mientras que yo la he regido catorce " en medio de la guerra y de la revolución, de las leyes y de la dictadura. Digo, además, que mi negativa no puede producir ningún mal público, porque Vd. ha dirigido la nación en el último período, temible a la verdad, con acierto y con fortuna, que Vd. ha colmado las esperanzas de la patria, y que sería preciso ser muy obcecado para no rendir a Vd. el tributo de aprobación que le debe toda Colombia. Reciba Vd., pues, estas expresiones como el mío al felicitarle por la justicia que le han hecho la nación y el congreso.

La demanda de Vds. sobre marineros es impracticable por mil razones: primero, porque no los hay en toda la costa ni extranjeros ni nacionales. El Perú no tiene comercio de cabotaje y los buques que navegan en el Pacífico son todos extranjeros, que vienen con sus tripulaciones desde Europa y se las vuelven a llevar. En la última campaña nos costó infinito conseguir marineros y tuvimos que enganchar a precios y sueldos enormes desde el almirante hasta el marinero. Me parece que en el Atlántico será más fácil seguir este método de enganche tomando los marineros en las Antillas, en los Estados Unidos y aun en Europa.

Parece que en Chile quieren nombrar a Blanco de director. Este nombramiento nos es favorable, porque Blanco es sostenido por los amigos de nuestra política, y debemos esperar algún bien de él, mientras que el otro no nos hará sino males. Además, Blanco es amigo nuestro y nos ha prometido hacer todo.

He visto la correspondencia entre nuestro ministro y Canning: me ha parecido todo excelente.

Se ha dado ya la orden a Illingworth para que vaya a Colombia. Lara ha renunciado el destino que se le daba de comandante general del Istmo, y Salom no puede ni debe ir: primero, porque no quiere absolutamente mandar en el Istmo ni en ninguna otra parte de Colombia; y segundo, porque es muy útil que permanezca aquí mandando nuestras tropas colombianas, pues es considerado y querido en el país. Así no veo otro a quien mandar sino a Figueredo.

No puede Vd. imaginarse, mi querido general, los días de disgusto que me han dado los informes que he recibido de Colombia, sobre el estado del interior, y si es verdad todo lo que se me ha dicho hay para morirse. Aunque no creo todo lo que se me ha informado, si veo que el estado de nuestras rentas no alcanza a llenar el numerario que se necesita para pagar la inmensidad de nuestros empleados; no hay pueblo, por pequeño que sea, que no tenga un Juez de derecho y otros empleados absolutamente inútiles; no hay ciudad, por insignificante que sea, que no tenga una corte de justicia y mil otros tribunales que devoran las pocas rentas del estado. Por esto es que nuestra hacienda está tan trabajosa, porque en lugar de aumentarle sus entradas, se aumentan sus salidas con la inumerabilidad de empleados que se mantienen de ella. Es, pues, preciso, mi querido general, que Vd. vea modo de remediar este mal, porque si no nos perdemos a la larga. Acuérdese Vd. que una de las principales causas que motivaron la revolución de Francia fue el mal estado de su hacienda, y que lo mismo podría suceder en Colombia, si no se toman medidas con tiempo. Yo soy de opinión que no sólo no se deben nombrar más empleados, sino que es absolutamente indispensable anular una infinidad que, lejos de hacer bien, embarazan la administración y absorben las pocas rentas del estado; que no se disminuyan los derechos de aduana tan sólo por darle gusto a los extranjeros, antes al contrario deben aumentarse: aquí se paga el 30% y por esto es que estamos mejor que Vds. En fin, mi querido general, repito, que si no se hace una reforma completa en todo el sistema de nuestra hacienda, nos vamos a arrumar y la república morirá de consunción. Lo mismo digo con respecto a nuestra administración de justicia tan complicada, ya que nadie se entiende en la innumerabilidad de nuestras leyes. Yo he recibido quejas de algunos departamentos que ya no se pueden entender con nuestras leyes; que éstas los abruman. En cierto modo convengo con ellos; porque no es el número de leyes las que hacen el bien, sino el bien que produce la ley misma.

Me he adelantado a hacer a Vd. estas observaciones, porque me ha parecido que no cumplía con los que se me han quejado, ni conmigo mismo sino lo hacía así.

Yo le aseguro a Vd. que el Perú con todos sus trabajos está mejor que Colombia con respecto a hacienda, y es porque no tiene un sistema tan complicado como el de Colombia, pues que yo he procurado que sea lo más sencillo posible. No crea Vd. que esto sea porque el congreso no haya dejado de dar leyes lo mismo que el de Colombia en todas materias, sino porque yo me he encontrado en la posición de poder escoger aquellas que fuesen ventajosas, y no embaracen la marcha de otras. A esto me dirá Vd. que Vd. no se ha encontrado en esta favorable situación, y yo responderé que, por lo mismo, es que yo me atrevo a indicarle el remedio, a fin de que procure obtener los medios de aplicarlo.

Por acá todo sigue aparentemente tranquilo y nada se dice de expediciones. Soy de Vd. de corazón.

BOLIVAR.

Illingworth va como se le ha llamado; él es admirable; podría mandar perfectamente la escuadra, y aunque Padilla sea el. jefe no importa que sea él segundo. Padilla, dicen que no ama a Vd. nada, nada, nada.

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