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DOCUMENTO 184. GACETA DE COLOMBIA Nº 449, 24 DE ENERO DE 1830. O.C.B. MENSAJE DEL LIBERTADOR SIMÓN BOLÍVAR DIRIGIDO A LOS COLOMBIANOS. FECHADA EN BOGOTÁ EL 20 DE ENERO DE 1830. RENUNCIA AL MÁS ALTO CARGO DE LA REPÚBLICA.

BOGOTÁ, 20 DE ENERO DE 1830.

SIMÓN BOLÍVAR.

LIBERTADOR PRESIDENTE DE COLOMBIA.

Colombianos. Hoy he dejado de mandaros.

Veinte años ha que os he servido en calidad de soldado y magistrado. En este largo periodo hemos reconquistado la patria, libertado tres repúblicas, conjurado muchas guerras civiles, y cuatro veces he devuelto al pueblo su omnipotencia, reuniendo espontáneamente cuatro congresos constituyentes. A vuestras virtudes, valor y patriotismo se deben estos servicios; a mí la gloria de haberos dirigido.

El congreso constituyente que en este día se ha instalado, se halla encargado por la Providencia de dar a la nación las instituciones que ella desea, siguiendo el curso de las circunstancias y la naturaleza de las cosas.

Temiendo que se me considere como un obstáculo para asentar la República sobre la verdadera base de su felicidad, yo mismo me he precipitado de la alta magistratura a que vuestra bondad me había elevado.

Colombianos: he sido víctima de sospechas ignominiosas, sin que haya podido defenderme la pureza de mis principios. Los mismos que aspiran al mando supremo se han empeñado en arrancarme de vuestros corazones, atribuyéndome sus propios sentimientos; haciéndome parecer autor de proyectos que ellos han concebido, representándome, en fin, con aspiración a una corona que ellos me han ofrecido más de una vez, y que yo he rechazado con la indignación del más fiero republicano. Nunca, nunca, os lo juro, ha manchado mi mente la ambición de un reino que mis enemigos han forjado artificiosamente para perderme en vuestra opinión.

Desengañaos, colombianos, mi único anhelo ha sido el de contribuir a vuestra libertad y a la conservación de vuestro reposo: si por esto he sido culpable, merezco más que otro vuestra Indignación. No escuchéis, os ruego, la vil calumnia, y la torpe codicia que por todas partes agitan la discordia. ¿Os dejaréis deslumbrar por las imposturas de mis detractores? ¡Vosotros no sois insensatos!

Colombianos: acercaos en torno del congreso constituyente: él es la sabiduría nacional, la esperanza legítima de los pueblos y el último punto de reunión de los patriotas. Penden de sus decretos soberanos nuestras vidas, la dicha de la República y la gloria colombiana. Si la fatalidad os arrastrare a abandonarlo, no hay más salud para la Patria; y vosotros os ahogaréis en el océano de la anarquía, dejando por herencia a vuestros hijos el crimen, la sangre y la muerte.

Compatriotas: Escuchad mi última voz al terminar mi carrera política; a nombre de Colombia os pido, os ruego que permanezcáis unidos, para que no seáis los asesinos de la patria y vuestros propios verdugos. Bogotá, enero 20 de 1830.

SIMÓN BOLÍVAR.

El borrador dice así: colombianos:

Este día me ha visto abdicar la Presidencia de la República. Veinte años os he servido en calidad de soldado y de magistrado. En este período con vuestra cooperación he reconquistado tres veces la Patria, he libertado tres repúblicas, he conjurado muchas tempestades políticas y cuatro veces he vuelto al pueblo su omnipotencia, reuniendo espontáneamente cuatro congresos constituyentes. A vosotros, a vuestras virtudes, valor y patriotismo son debidos estos servicios, a mí sólo la gloria de haberos dirigido.

El Congreso Constituyente que hoy se ha instalado está señalado por la Providencia para dar a la nación el curso que demandan las circunstancias y la naturaleza de las cosas. Temiendo yo que se me considere un obstáculo para asentar la república sobre la base verdadera de su felicidad, yo mismo me he precipitado de la alta magistratura a que la bondad nacional me había elevado. Colombianos: He sido víctima de las sospechas y de la maledicencia, los mismos que aspiran: el mando supremo pretenden arrancarme de vuestros corazones atribuyéndome sus propios sentimientos: suponiéndome autor de proyectos que ellos han concebido, representándome ambicioso de una corona que ellos me han ofrecido y que yo más de una vez he rechazado. Nunca, nunca, os lo juro, ha manchado mi monte la ambición de un reino que los facciosos han forjado artificiosamente para perderme. Desengañaos, Colombianos! mi única aspiración ha sido la de contribuir a la adquisición de vuestra libertad y a la conservación de vuestro reposo. Si éste es un crimen, yo merezco más que otro vuestra indignación. ¿Escucharéis todavía a las viles calumnias y a la torpe codicia que por todas ¡lurtes agitan a la cruel discordia? ¿Os dejaréis deslumbrar por mis detractores? No: vosotros no sois insensatos.

Colombianos: Acercaos en torno del Congreso Constituyente, él es la sabi­duría nacional, la última esperanza de ¡os pueblos y el punto sagrado de reunión de todos los ciudadanos. Penden de su decretos soberanos vuestras vidas, la seguridad de la república y la gloria nacional. Si la fatalidad os arrastra • desoírlos no hay más salud para Colombia y la sangre y la muerte y el crimen serán la herencia de vuestros hijos que nacerán para ahogarse en el océano de la anarquía. Colombianos! Oíd al más constante, al más fiel de vuestros servidores, que en nombre de la patria os conjura a que permanezcáis unidos para que no seáis vuestros propios verdugos. Yo os ofrezco mi espada y mi corazón.

Compatriota! Al terminar mi carrera política os ruego escuchéis la voz del mas constante y más fiel de vuestros servidores que en nombre de la patria afligida os convida, os conjura a que permanezcáis unidos para que no seáis los asesinos de la patria y vuestros propios verdugos.

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