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DOCUMENTO 2282. COMUNICACIÓN DEL LIBERTADOR SIMÓN BOLÍVAR FECHADA EN ANGOSTURA EL 31 DE OCTUBRE DE 1817, DIRIGIDA A LUIS LÓPEZ MÉNDEZ, REPRESENTANTE DE VENEZUELA EN LONDRES, LE COMENTA SOBRE LA SITUACIÓN DE LA CAMPAÑA Y DA INSTRUCCIONES SOBRE LA ACCIÓN DIPLOMÁTICA EN INGLATERRA.*

Duplicado

Señor Don Luis [López] Méndez, Agente de la República de Venezuela en la Gran Bretaña.

Tengo la satisfacción de incluir a V.S. los boletines, proclamas y demás papeles que se han publicado después de mi última comunicación. Ellos contienen detalles de los sucesos obtenidos por las armas de la República, sucesos que puedo decir han fijado los destinos de la patria y decidido la suerte de la presente campaña.

Innumerables combates, fatigas excesivas, privaciones sensibles, cuantos peligros y obstáculos pueden oponerse y embarazar una empresa, ha sido preciso superar en la campaña de Guayana. Ocho meses de asedio, señalados por otros tantos triunfos, nos han dado la posesión tranquila de toda la Provincia y del grande Orinoco, su primera y más poderosa defensa.

Las ventajas que hemos reportado son incalculables por su número y por su importancia. La comunicación libre y segura con los países extranjeros abierta y expedita para siempre; la línea de comunicación y contrata con los diversos cuerpos de ejército que obran sobre el Apure y Calabozo establecida sin interrupción ni dificultades; la puerta de la Nueva Granada franqueada a nuestras armas y al comercio por el caudaloso río Meta; un refugio y asilo que nos pone, por decirlo así, al abrigo contra los golpes de la suerte constituyéndonos fuera del alcance de nuestros enemigos; la facilidad, en fin, de nuestras relaciones comerciales con las naciones extranjeras nuestras vecinas, son felices resultados de la campaña de Guayana, cuyos saludables efectos siente ya la República en toda su extensión.

Mas no es esto todo: nuestra actitud militar amenaza inminentemente el exterminio de los españoles. Jamás había la República contado tantos ejércitos, ni visto tantos hijos armados en su defensa; jamás sus tropas habían tenido la disciplina que ahora, ni habían sido tan animadas por el noble orgullo y entusiasmo que inspira la convicción de la superioridad, la costumbre de vencer, la resolución de no abandonar la lucha sino con la vida, y el conjunto de todas las virtudes que pueden iluminar a un pueblo verdaderamente republicano y liberal.

El enemigo por su parte no presenta sino un cuadro triste de ruinas y miserias. Pequeños y despreciables restos de ejérci­tos batidos sin opinión y sin recursos para subsistir; Jefes sin crédito, sin valor ni virtudes; algunas ciudades fortificadas de­seosas, no menos que yo, de ser los autores de la ruina de sus opresores. Pueblos que, manifestándose indefensos para sus li­bertadores, corren a armarse con estos para vengar los justos resentimientos excitados por las violencias y ultrajes que han recibido de sus antiguos señores; el temor y sobresalto, compa­ñeros, si no hijos, del convencimiento del crimen marcados en todas sus operaciones y empresas; la persuasión íntima, en fin, de que les es imposible retener por más tiempo un pueblo que ha jurado su total exterminio o la adquisición de su libertad, son un cúmulo de males tan espantoso y desconsolador que no dejan al enemigo ni aún la facultad de concebir ninguna espe­cie de bien.

Tan evidente me parece la restauración de la República entera al contemplarme dueño de la Isla de Margarita, de Guayana, Barinas, Casanare, todos los Llanos de Caracas, Barcelona y Cumaná, que no he dudado en expedir decretos para consolidar su libertad, dándole el arreglo 1y organización más conforme a nuestro espíritu, costumbres y circunstancias actuales. Alguno de estos hallará V.S. incluso, y posteriormente recibirá los más que vayan saliendo de la prensa. Para juzgar de ellos sería necesario examinar antes las consideraciones que yo he tenido presentes, meditar atentamente las causas de nuestras ruinas precedentes y penetrarse muy bien del espíritu público que anima tanto al pueblo como al ejército. Yo me lisonjeo con la esperanza de que cuando el régimen de administración que me he propuesto no obre todos los bienes que me prometo contribuirá por lo menos a establecer inalterablemente el orden y unión entre todas las clases del Estado, consolidará nuestra Independencia, y nos abrirá las puertas de la felicidad general y de la libertad civil.

La sola sombra de temor que viene a turbar alguna vez el aspecto brillante de nuestra situación, resulta de la indecisión de las naciones europeas, o mejor diré, su indiferencia por la causa que con más justicia debería llamarse del Mundo que de la América. Yo sé que la España no cesa en trabajar por inclinar algunas otras potencias en su favor. Si nosotros despreciamos la ventaja que nos ofrece el interés de la Gran Bretaña en sostenernos, y los principios inalterables de su conducta siempre justa, siempre magnánima para proteger al débil y al inocente, nuestros esfuerzos quedarán circunscritos a la efímera gloria de combatir constantemente y de probar a la tiranía, que antes que vencer, es más fácil borrar del número de los pueblos al que juró ser libre.

Yo espero que V.S. no solamente moverá todos los resortes que puedan producir la decisión de la Gran Bretaña en nuestro favor, sino que empleará la fuerza de su ingenio y política en impedir cualquiera resolución contraria, comunicándome frecuentemente el estado de nuestros negocios en esa Corte y cuantas noticias conduzcan a ilustrarme sobre la conducta que debamos abrazar y seguir en nuestras relaciones.

Dios guarde a V.S. muchos años. — Cuartel General de An­gostura, octubre 31 de 1817. 7°.

BOLÍVAR

* De fotografía del original existente en el Archivo Diplomático y Consular de Relaciones Exteriores de Colombia en Bogotá, Fondo "Lega­ciones en Europa, López, 1821-1822, Tomo 471, folio 186 a 189. El ma­nuscrito original tiene firma y rúbrica autógrafas del Libertador. El resto del documento está escrito de letra de Jacinto Martel. De este documento hay en el mismo Archivo (Tomo 470, fol. 113v°) la transcripción de unos párrafos finales en un cuaderno manuscrito encabezado con el siguiente epígrafe: "Extractos de varios despachos de S.E. el General Bolívar, Pre­sidente de la República al Representante de ella en Londres ciudadano Luis López Méndez. También de despachos de S.E. el Vicepresidente Francisco Antonio Zea y del Almirante Luis Brión. / Del Presidente Bolívar". Cer­tificados por Luis López Méndez en Londres el 30 de abril de 1823. La Comisión Editora debe el conocimiento de la reproducción xerográfica del manuscrito original al Ingeniero José M. de Mier, quien publicó el grupo de documentos en su monografía, Misión de López Méndez en Londres y Expedición de George Elsom, 1817-1818, Bogotá 1971.

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