Excmo. señor Presidente, Encargado del Supremo Poder Ejecutivo de la Unión.
Excmo. señor:
He recibido el oficio de V.E. de 4 del presente, a que se sirvió acompañarme en copia la respuesta que el Supremo Poder Ejecutivo de la Unión [1] dio al Coronel Castillo [2], en contestación al parte en que comunicaba éste su entrada a La Grita. [3]
Igualmente he visto el oficio que con fecha de 3 del corriente, me dirigió V.E., participándome la resolución del Supremo Gobierno de la Unión [4], con respecto al señor Brigadier ciudadano Joaquín Ricaurte [5]
Tengo el honor de incluir a V.E. la carta que el ciudadano Vicente Campos [sic] Elias [6] Comandante de armas de Mérida [7], hace al ciudadano Cristóbal Mendoza [8], en que le comunica el estado de las fuerzas enemigas y la situación favorable de los pueblos de Venezuela, que vivamente desean nuestra aproximación; pero parece que una fatalidad anexa a esta expedición se ha empeñado en embarazarla [9] para que no logre los importantes objetos que el Soberano Congreso de la Nueva Granada se ha propuesto. En este día he recibido un oficio del Coronel Castillo, en que me dice que envía orden al Mayor Santander [10], Comandante accidental del 5° Batallón, para que se restituya al Rosario [11], incluyéndome una orden del Gobernador de Pamplona [12], en que supone otra de V.E. que [13] lo autoriza para que disponga del 5° Batallón. Voy a contestar que ínterin no reciba orden directa de V.E. para que ponga a disposición de aquel Gobierno el expresado Batallón, no lo haré; pues el Coronel Castillo no es conducto regular para recibir yo órdenes del Supremo Poder Ejecutivo.
Este Batallón es el único que está perfectamente armado y completo, y es, por decirlo así, el cuerpo principal del ejército, y si se separa de él, habrá una disolución general, y él mismo quedará desarmado, pues las armas que tiene pertenecen a Cartagena, cuyos soldados han quedado desarmados de sus fusiles buenos para darlos a este Batallón.
Esta determinación por parte del Gobierno [14] de Pamplona tiene su origen en las inagotables intrigas del Coronel Castillo, que procura por todos los medios perjudicar y destruir el Ejército Libertador de Venezuela. Parece que estamos determinados a prolongar más tiempo la esclavitud de nuestros hermanos, y a procurar favorecer a los enemigos, para que vengan a apoderarse de la Nueva Granada; porque a la verdad es inconcebible que el mismo Gobierno de Pamplona que ha estado por cerca de un año en el borde del precipicio, quiera privarnos de sus soldados, que deben ir a expulsar a sus opresores hasta más allá de los mares para no volverse a ver invadido quizá para siempre.
Es bien doloroso que aquellos mismos que debían verme como su libertador, y que en efecto lo he sido, se esmeren en perjudicarme, perjudicando a su propia Patria. Es bien doloroso que el Gobernador de Pamplona y el Comandante General de la Provincia [15] que si respiran libres, es por efecto de mis servicios a la Nueva Granada, se cieguen hasta el punto de impedirme que concluya la obra que tan gloriosamente he comenzado en beneficio de ellos y de toda la federación. La ingratitud, la perfidia, la mala fe, que se notan en tales procedimientos, son tan chocantes que al hombre más estoico son capaces de enfurecer. ¡Ah! Excmo. señor Presidente, la posteridad verá con escándalo una conducta tan abominable, que sólo el amor a la Patria me hace tolerar, confortado también con la esperanza de que en el ánimo recto y sublime de V.E. no pueden hallar abrigo unas intrigas tan destructoras de la libertad y de la independencia de la América.
Sólo la confianza que V.E. me inspira, sería capaz de sostenerme en medio de las amarguras que experimenta mi corazón, al ver que mis esfuerzos por el bien de la Patria [16] lejos de ser apoyados, lejos de ser aplaudidos, son tenidos como errores, y aun reputados como vicios; pero el tiempo lo descubre todo, y la justicia juzga al fin con imparcialidad; así, pues, mi único sentimiento es por mis hermanos, a quienes estamos comprometiendo a que se subleven contra sus tiranos, para dejarlos quizá burlados y sacrificados como víctimas.
El día 14 salió la vanguardia de Bailadores [17] para Mérida, a donde debe haber llegado hoy, o llegará mañana; el mismo día 14 salió de aquí el centro; posteriormente la retaguardia, y mañana saldrá la reserva.
Yo partiré de aquí por la mañana, con el dolor de dejar en esta ciudad al Brigadier Ricaurte, [18] que queda esperando las órdenes de V.E. Yo le suplico encarecidamente se digne darle destino en nuestro ejército, de primero o segundo Jefe de él, como mejor lo tenga a bien V.E., en la inteligencia de que su carácter y virtudes militares [19] pueden ser de la mayor utilidad en la expedición que debe libertar a Venezuela.
Tengo el honor de dirigir a V. E. la adjunta copia [20] del juramento que presté ante el Ilustre Cabildo de San José [21], por las razones que antes tengo expuestas a V.E.
Dios guarde a V.E. muchos años.
Cuartel General de La Grita [22] mayo 18 de 1813. 3°.
SIMÓN BOLÍVAR.
* Archivo del Libertador, correspondencia oficial, folios 162-164. Del original, escrito de puño y letra de Pedro Briceño Méndez, salvo la firma y rúbrica autógrafas que son de Bolívar. En el libro Copiador, Archivo del Libertador, folios 36-37, consta la copia de letra de un amanuense de la Secretaría. El destinatario era Camilo Torres.