Quito, 6 de abril de 1829.
Al señor general: Mariano Montilla.
Los peruanos nos han faltado a la capitulación de Girón; sin duda porque tenían miedo, pues dicen que van en un desorden espantoso y llenos de terror.
Esperaban en Lima el resultado de la batalla para hacer una revolución, y quizás para impedir la caída de La Mar, él ha querido continuar la guerra a fin de que la paz no los divida más: pero Gamarra va resuelto a todo, y después de que Santa Cruz no ha entrado nuevamente de presidente de Bolivia, lo hará con más seguridad.
Sepa Vd. que en los primeros días de este año han sido asesinados dos presidentes en Bolivia y han derrotado completamente a los de Buenos Aires y en Méjico, quitándoles sus puestos los usurpadores. El pueblo tomó parte en la revolución de Méjico y ha robado y matado a todo el mundo.
El cónsul general Francés y su comitiva han sido degollados.
En Guatemala sigue todo peor que antes, y en Chile lo mismo; y después habrá ambiciosos y necios que aspiren al mando supremo, para después caer muertos o prisioneros. Por mi parte estoy desesperado ya del mando que tengo, y no espero más que ver reunida la representación nacional para separarme de tantos ingratos y de tantos pérfidos, los que no dejarán de recibir su castigo de manos de otros ambiciosos como ellos. Apenas sale el general Sucre, que las divisiones producen revoluciones diarias en Bolivia y este ejemplo debe tenerse presente en Colombia.
La adjunta proclama contiene mi profesión de fe.
Bolívar.
Quito, 6 de abril de 1829.
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