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DOCUMENTO 2966. OFICIO DE BOLÍVAR PARA LUIS LÓPEZ MÉNDEZ FECHADO EN ANGOSTURA EL 2 DE JULIO DE 1818, EN EL CUAL LE INFORMA SOBRE LA LLEGADA DEL EMBAJADOR IRVINE*

Cuartel General de Angostura, a 2 de julio de 1818. 8°.

SIMÓN BOLÍVAR

Jefe Supremo de la República, Capitán-General de los Ejérci­tos de Venezuela y de la Nueva Granada, &., &., &.

Al señor Don Luis López Méndez, agente de los negocios de la República de Venezuela en Londres.

Después de las comunicaciones que con fechas 12 y 13 del mes pasado he dirigido a V.S. por triplicado, he tenido la satisfac­ción de recibir noticias oficiales, las más importantes y plau­sibles. Algunas de ellas están contenidas en la Gaceta de esta ciudad, intitulada el Correo del Orinoco, remitida a V.S. con el duplicado de mi correspondencia, que yo espero llegará a manos de V.S. porque Mr. Hamilton [1] que fue encargado de ella, se interesa demasiado en que no se extravíen.

El Excelentísimo señor Almirante Brión, que al saber el arribo a las Antillas de algunos de los buques despachados por V.S., salió con nuestra escuadra a protegerlos y facilitarles los medios que necesitaren para el transporte de las tropas, llegó tan oportunamente a San Bartolomé, la Antigua y otras islas a donde habían recalado, que sin su presencia de nada habrían servido los esfuerzos de V.S. para procurarnos estos auxilios. Toda la expedición estaba disuelta, o por lo menos comprómetida en otras operaciones muy distantes de las que V.S. se pro­puso y habían convenido con V.S. Buques, armas, municio­nes y tropas, todo estaba perdido para la República. Las falsas noticias que los españoles tienen buen cuidado de divulgar para desacreditarnos, y el descontento o mal carácter de algunos de los que componían la expedición eran la causa de este fatal trastorno. Al fin la presencia del Almirante, desengañando a unos, y conciliando y atrayendo a otros, nos ha conservado la corbeta Esmeralda y la fragata Dawson, cerca de cinco mil fusiles, parte de los regimientos de artillería y cazadores y al­gunas municiones. Aún no sé cuánto sea lo que se ha tomado, pero 110 tardaré en saberlo y entonces informaré a V.S. de todo.

Mientras el Almirante se ocupaba de esto tuvo la fortuna de que se le reunieran varios buques de la escuadra que esta­ban en comisiones, otros que se creían perdidos, y algunos de los corsarios de Buenos Aires que habían preferido tomar nues­tra bandera y unirse a nuestra escuadra.

Con estas fuerzas emprendió batir la escuadra española que, creyéndolo más débil, había salido a buscarlo. Al frente de San Bartolomé se avistaron las dos: la nuestra presentó la ba­talla que rehusaron los enemigos dispersándose. Como el obje­to principal del Almirante era asegurar los elementos militares que tenía a bordo, no quiso empeñarse en su persecución y se dirigió a la Margarita, de donde me ha dirigido el detalle de todos estos sucesos. A su arribo a la Isla fue informado por el Gobernador que una corbeta de guerra de los Estados Unidos había tocado allí, y seguido en su solicitud porque traía despa­chos muy importantes de su Gobierno para el de Venezuela. La corbeta siguió sin dar mis explicaciones, y el Almirante to­maba ya sus medidas para hacerla buscar, cuando se presenta en el puerto la corbeta de guerra Hornet de los mismos Esta­dos, trayendo a su bordo a Mister Irvine un Enviado de su Gobierno cerca del de Venezuela, instando porque se le con­duzca a donde yo exista. El Almirante penetrado de la impor­tancia de la misión le ha dado convoy, y me asegura que muy pronto tendré la satisfacción de oir la relación y proposiciones que el mismo Enviado me hará establecer las bases sobre que debe fundarse el reconocimiento de nuestra independencia por los Estados Unidos, negociar las relaciones de amistad y comercio que deben ligar a ambos países: informarse de nues­tras necesidades para continuar y terminar la campaña y par­ticiparnos la declaratoria de guerra entre aquella República y la España, son los grandes objetos de tan importante Emba­jada. El Almirante me lo informa así, a consecuencia de las explicaciones y conferencias que ha tenido con el mismo En­viado.

Parece que la Providencia nos había reservado este feliz su­ceso hasta ahora para hacernos sentir con doble interés su im­portancia y ventaja.

Amenazados, según los informes de V.S. por una fuerte expedición, necesitábamos más que nunca los auxilios exteriores para prepararnos a resistirla en el interior y en nuestras costas. La protección que nos ofrece el Norte nos redime de uno de estos cuidados y nos da medios para que atendamos al otro. Yo no dudo que la escuadra norteame­ricana se empleará en arrojar a los españoles lejos de nuestros mares, y que sus tesoros, sus armas, municiones y aun sus tro­pas se nos franquearán para extinguirlos en el Continente. La libertad e independencia de la América hallan al fin un pro­tector. No siempre habían de permanecer cerrados los oídos de nuestros vecinos a los clamores de la humanidad y de la justicia. ¡Pueda su ejemplo enseñar a las demás Naciones!

Dios guarde a V.S. muchos años.

BOLÍVAR

Pedro Briceño Méndez.

Secretario de Estado y Relaciones Exteriores.

* De una copia xerox. Escrito de letra de Jacinto Martel. El original se halla en el Archivo Diplomático y Consular del Mi­nisterio de Relaciones Exteriores de Colombia. Legaciones en Euro­pa, tomo 47, folios 113-115. La copia fue suministrada por el señor historiador Ingeniero José María de Mier, Bogotá.

Notas

[1] Coronel James Hamilton, sobre quien puede verse la nota 2 del documento n° 2812 en el vol. XIII.

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