.
Portada del sitio > 18) Período (14MAY AL 31AGO 1821) Correspondencia Oficial > DOCUMENTO 6074. CARTA OFICIAL DE BOLÍVAR AL DOCTOR JOSÉ MARÍA DEL CASTILLO Y (...)

DOCUMENTO 6074. CARTA OFICIAL DE BOLÍVAR AL DOCTOR JOSÉ MARÍA DEL CASTILLO Y RADA, FECHADA EN TOCUYO EL 16 DE AGOS­TO DE 1821. POR LA CUAL LE PARTICIPA QUE SOLO QUIERE MANDAR COMO MILITAR Y QUIERE IR A QUITO PARA TERMI­NAR LA GUERRA DE COLOMBIA; ESPERA QUE EL VICEPRESI­DENTE CASTILLO ORGANICE EL DEPARTAMENTO DE VENE­ZUELA. LA SITUACIÓN DEL PRÓXIMO PRESIDENTE ES DIFE­RENTE A LA DE BOLÍVAR QUE HA ESTADO EN EL CENTRO DE LA REVOLUCIÓN. CELEBRA EL NOMBRAMIENTO DE CASTILLO PARA VICEPRESIDENTE.

Tocuyo, agosto 16 de 1821.

Al señor doctor José María del Castillo y Rada.

Mi querido amigo:

Perdone Vd., si hasta ahora no he contestado las pasadas cartas de Vd.: el tiempo y los negocios me han privado de este placer. Imagínese Vd. lo que estaré de ocupado creando, por decirlo así, una república en este departamento de Venezuela en que cada pueblo y cada hombre es un mundito. Además, marchando de día y escri­biendo de noche, sobre todo lo que ocurre al Estado y a todos los nuevos colombianos. Si yo fuera capaz de fatigarme, estaría ya can­sado; pero no, porque aún quedan enemigos de Colombia y el fin (de) mi vida es destruirlos.

Mañana sigo a Carora a ver al ejército destinado contra Coro, donde la naturaleza nos pone barreras insuperables por el hambre y por la sed. No sé aún lo que haré.

Pienso luego marchar a Maracaibo y de allí a Cúcuta para pasar a Quito, con el objeto de terminar la guerra en Colombia y termi­nar igualmente mi carrera pública, pues estoy bien resuelto a no mandar más y servir sólo como militar. Por esta razón he celebrado infinito que el congreso haya nombrado un Vicepresidente de su espontánea elección y que goza de toda su confianza; pues de este modo habrá la más perfecta armonía entre ambos poderes.

Tenga Vd. entendido, que habiendo yo nombrado muy provisoriamente los empleados de la administración de Venezuela, toca aún al gobierno proveerlos, aunque provisoriamente, con más acierto y meditación. Así, amigo, haga Vd. y deshaga cuanto le parezca mejor en este departamento, que yo he organizado muy a la ligera y con una extrema repugnancia, porque no puede Vd. imaginar ni pensar el desagrado que me causa todo lo que tiene relación con la parte administrativa de la república, pues mi suerte está ya echada, y no quiero ser más que soldado, y simple soldado si fuere preciso, antes que Presidente. Todo esto lo digo a Vd. para que tenga enten­dido mi absoluta abnegación al gobierno, y que se haga Vd. cargo de él, sin contar conmigo para nada.

Doy a Vd. las gracias por las advertencias que me hace con respecto a los jefes militares de Cartagena y Maracaibo. Yo conozco a ambos, y no los he promovido, porque no lo creo conveniente. Lo mismo digo respecto de las demás cosas militares de que Vd. me habla. Debe Vd. suponer que en once años de guerra, yo debo ha­ber adquirido las nociones más necesarias, para dirigir en Colombia esta parte de mi encargo; por lo que he obrado y obro conforme a mi conciencia y a los cálculos de una política militar; y estoy cierto de que cuando sea otro el Presidente, se corregirá todo lo que yo no he podido corregir durante mi mando, porque el nuevo Pre-siderita no se hallará colocado en el centro de la revolución como lo he estado yo, y obrará por consiguiente con miras propias a la nueva era en que va a encontrarse. Esta es otra razón que tengo, además, para querer salir de la Presidencia, porque yo jamás podré tirar mis líneas más allá de la esfera de la revolución, aunque ésta haya fenecido o esté pronta a fenecer. Es tan difícil, por otra parte, que un jefe que se ha creado en medio del tumulto, de la anarquía y del ruido de las armas, pueda gobernar con acierto una república filosófica, cual se ha decretado por el congreso. Tal república no es ni aun para ser habitada de los hombres que se han educado en medio de estos huracanes revolucionarios. Yo me persuado que el congreso ha penetrado la exactitud de estas verdades, y, por lo mis­mo, no quiere que se gobierne más por la espada ni con un pulso terrible, sino con una pluma y un tacto delicado; porque sin duda a la marcha del tiempo todo debe plegar. Esta consideración, mi amigo, me ha hecho aprobar el nombramiento de Vd., que pocos días ha no me habría parecido bien, porque yo estaba en la idea de que para gobernar esta república se necesitaba no de un hom­bre como Vd. sino de otro que fuese mil veces más fuerte que yo; y tanto he estado prevenido de esta idea, que me hallo íntimamente persuadido de que yo no tengo, en mucho, la firmeza necesaria para llevar el timón de esta nave acosada por las tempestades; bien en­tendido de que yo no conozco otra ciencia que la de la fuerza militar, me conceptúo incapaz de usar de aquella política sagaz, supletoria de todas las fuerzas y de todos los medios.

Conque así, mi querido amigo, reciba Vd. la congratulación sin­cera de quien le ha abierto su corazón como al más antiguo amigo, y como es de su antiquísima costumbre.

Soy de Vd. afectísimo amigo.

BOLÍVAR.

* Carta publicada en el Boletín de Historia y Antigüedades, órgano de la Academia Colombiana de Historia. Nos. 359-360, septiembre a octubre de 1944. Reproducida, tomada del original, en la obra La Vida de Castillo y Rada, publicación dirigida por Eduardo Rodríguez Piñeres, Biblioteca de Historia Nacional, tomo LXXIX, Bogotá, 1949. Debemos su conocimiento a atención del Dr. Carlos Felice Cardot. T. XII, p. 241.

| | Mapa del sitio | Seguir la vida del sitio RSS 2.0