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DOCUMENTO 5180. OFICIO DE PEDRO BRICEÑO MÉNDEZ PARA EL VICE­PRESIDENTE DE COLOMBIA, FECHADO EN TRUJILLO EL 28 DE NOVIEMBRE DE 1820, CON EL CUAL LE ENVÍA COPIAS DE LOS TRATADOS CONCLUIDOS CON MORILLO. DE PARTE DE BOLÍVAR LE PIDE HACERLOS IMPRIMIR, Y FORMULA COMENTARIOS Y CONSIDERACIONES SOBRE LOS MISMOS.*

Al Excmo. señor Vicepresidente de Colombia.

Tengo el honor de incluir a V.E. dos copias de los tratados concluidos entre S.E. el Libertador, Presidente de la República y el General Morillo de parte del Gobierno español. El número primero lo es del armisticio general celebrado entre las armas de España y Colombia por seis meses, y el número segundo es el de regularización de la guerra entre ambos Gobiernos, conforme al derecho de las gentes y a los principios más liberales que pueden dictar la sabiduría y la filantropía. S.E. quiere que comunique V.E. y haga imprimir y circular por todas partes, hasta hacerlos vulgares uno y otro tratado, esparciendo el mayor número posible de ellos en Venezuela, previniendo encarecidamente su cumplimiento a todas las autoridades para que no haya de nuestra parte la menor infracción.

V.E. que está instruido de las dificultades que S.E. el Libertador hallaba para aceptar este armisticio desde que se supieron los movimientos revolucionarios de la España, conocerá ahora que sólo una ventaja decidida podría haberle inclinado a entrar en negocia­ciones que no tuviesen por objeto primario y directo el reconoci­miento de Colombia como Estado Libre, Independiente y Soberano. En efecto, la negociación del armisticio presenta un aspecto tan lisonjero, y los negociadores, los Generales, Jefes y tropas españolas han dado tales testimonios de buena fe, de rectitud y pureza de intenciones, que S.E. se ha visto arrobado y no ha podido resistir a las halagüeñas y probables esperanzas que se le ofrecen de llegar al término de nuestros esfuerzos sin tener que verter la sangre pre­ciosa de nuestros soldados y de los soldados de la España libre y liberal. Negarse al armisticio era proponer una sangrienta batalla estando casi a las manos los dos ejércitos. Dar una batalla era cerrar para siempre la puerta a una justa transacción; era irritar los ánimos y exaltar la rabia y encono de ambas partes hasta el extremo de no oír otra razón que la fuerza ni otro derecho que el de la espada: y era, en fin, exponer la suerte de la República a los peli­gros ciertos y a los dudosos sucesos de la guerra.

Por los términos y condiciones con que se ha concluido el armisticio verá V.E. que en general cada ejército conserva sus posiciones debiendo sólo el español evacuar el territorio que ocupa en el De­partamento de Trujillo y retirarse a la Provincia de Caracas. En cambio de esta ventaja concedimos las condiciones impuestas con respecto a Carache que en nada nos perjudica, quedando el parque y sus recursos en el territorio de nuestro Ejército. Tampoco nos perjudica en nada el artículo que nos prohíbe conservar tropas en Harinas, porque habiendo en sus inmediaciones pueblos cómodos donde se sitúan, sacaremos de ella los recursos de subsistencia y las ventajas de las comunicaciones breves con la divisiones que existen en esta Provincia.

Nada tengo que decir a V.E. sobre el tratado de regularización de la guerra. Jamás ningún pueblo en guerra ha manifestado tal liberalidad. Estaba reservado a Colombia la gloria de dar al mundo lecciones no sólo de valor y constancia, sino de humanidad, en medio de los odios y del furor que el derecho de represalias contra sus enemigos había excitado en todos los corazones. S.E. quiere que este tratado, monumento eterno de nuestra honra y filantropía, se imprima a continuación del de armisticio.

Aunque estando próximo a instalarse el Congreso general de Colombia, S.E. reserva dar cuenta a él de ambos tratados para obtener su sanción. V.E. los presentará a S.E. la Diputación permanente para su conocimiento.

Dios, etc.

Trujillo, noviembre 28 de 1820.

PEDRO BRICEÑO MÉNDEZ

* De un impreso moderno. O’Leary, "Memorias"; tomo XVII, págs. 579-580.

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