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DOCUMENTO 10379. CARTA DE SIMÓN BOLÍVAR PARA EL GENERAL FRANCISCO DE PAULA SANTANDER, FECHADA EN AREQUIPA EL 30 DE MAYO DE 1825, MEDIANTE LA CUAL HACE DE SU CONOCIMIENTO LA INVASIÓN QUE, DE LA PROVINCIA DE CHIQUITOS, HIZO UNA FUERZA ARMADA BRASILEÑA; SU PRÓXIMO VIAJE AL CUZCO; LA REUNIÓN DEL CONGRESO DEL PERÚ EL 10 DE FEBRERO DE 1826, Y EL NOMBRAMIENTO DE SUCRE PARA QUE MANDE EN EL ALTO PERÚ. HACE UNA EXPOSICIÓN DE LA SITUACIÓN POLÍTICA DE BUENOS AIRES. EMITE CONCEPTOS ACERCA DEL ALTO PERÚ Y DEL DESTINATARIO. HACE ALGUNOS COMENTARIOS RELACIONADOS CON LA SITUACIÓN DE CHILE Y CON EL CASO DE PARAGUAY.*

Arequipa, 30 de mayo de 1825.

Al Señor General Francisco de Paula Santander.

Mi Querido General:

He mandado que por la Secretaría General se le comunique a usted el suceso de la invasión que han hecho los portugueses [1] en Chiquitos, en el Alto Perú, y se le pase copia de la bárbara e insolente intimación del comandante portugués. El general Sucre le ha contestado en los mismos términos, arrebatado sin duda de la indignación que debía causarle una atrocidad tan abominable. [2] Sin embargo, yo no apruebo que se use de tales represalias, porque el rompimiento de una nueva guerra no puede ser útil a nadie y arruinará las reliquias de nuestras pobres fortunas. Yo calculo que ese oficial puede haber obrado sin consulta de su gobierno y si el emperador le ha dado semejante orden, puede ser una de las tantas locuras que hace al día. Este negocio debe considerarse bajo diferentes aspectos.

Desde luego puede ser obra inconsulta del emperador, y en este caso ninguna consecuencia puede tener. Pero si el emperador, es aconsejado por la Santa Alianza, entonces el suceso es de mucha importancia, porque los aliados son demasiado fuertes y tienen un interés muy grande en la destrucción de las nuevas repúblicas americanas. Este sistema de agresión contra nuestras repúblicas tiene contra él a la Inglaterra y a todos los gobiernos liberales del Nuevo Mundo. Por lo mismo se debe creer que sólo con una gran guerra se puede lograr nuestra destrucción. Por consiguiente, para emprender esta gran guerra, muchos preparativos deben anunciarlo, y sin embargo no vemos que estos preparativos aparezcan en Europa. Los fondos públicos están subiendo. La Inglaterra, la Francia y la Rusia se ocupan en proteger la emancipación de los griegos. La Rusia mira este negocio con el mayor interés y la Francia se encuentran engolfada en la indemnización de sus emigrados, lo que interesa a todos los aristócratas a favor de la paz para que pueda llevarse a efecto el pago de sus propiedades confiscadas por la revolución. Si en estas circunstancias tan favorables para nosotros, según parece, el emperador del Brasil tratase de molestarnos directamente y aún de invadirnos, una operación tan absurda no podía menos de serle desfavorable. La Santa Alianza, por lo tanto, no podía aconsejarle sus medidas hostiles, porque sería arruinarle su comercio, su causa y exponerlo a ser expulsado del trono. Así es que yo concibo que la invasión de Chiquitos debe ser una obra absurda y precipitada del comandante Araújo. [3] Si es del emperador, sin consulta de la Santa Alianza, es un arrebato loco y sin consecuencia, y si es por consejo de la Santa Alianza, la cosa es de la mayor gravedad y su trascendencia inmensa. Debemos, pues, en este caso, prepararnos para una larga contienda con la mayor parte de la Europa. Creo que lo primero que debemos ejecutar, si la Santa Alianza se mezcla en nuestros negocios, es que el Perú y Buenos Aires ocupen inmediatamente el Brasil, Chile a Chiloé; Colombia, Guatemala y México deben ocuparse de su propia defensa y toda la América formar una sola causa, atendiendo todos a la vez a los puntos atacados o amenazados. Para formar esta liga y este pacto, es más urgente que nunca la reunión de los federados en el Istmo, a fin de tomar aquellas medidas anticipadas y preparatorias que demanden las circunstancias. Cuando este congreso no fuese más que un cuartel general de la sagrada liga, su utilidad e importancia sería inmensa. Por lo mismo debemos apresurarnos a que se realice. Falta una consideración que hacer y es la de que la Inglaterra debe hacer todo esfuerzo por impedir toda lucha entre nosotros, y de nosotros con los europeos, pues la Inglaterra no tiene otra esperanza en América que la posesión de un rico comercio, comercio que se mantiene con los frutos de la paz. Con estos soy de parecer que debemos consultar a los agentes ingleses y aún al mismo gobierno sobre el juicio que ellos formen de la naturaleza, origen y consecuencia de esta cuestión. También creo que no se debe tomar ninguna medida hostil contra el Brasil sino después de examinada.

He escrito al Consejo de Gobierno del Perú, a fin de determinarlo a que se dirijan al gobierno del Brasil a pedirle una explicación sobre la invasión de sus tropas y a solicitar de los ministros y agentes ingleses las nociones que ellos nos puedan suministrar sobre la materia. También me parece útil que usted hiciese este mismo encargo a nuestros agentes en Europa, pues que debemos ser muy cautos en un negocio de tanta trascendencia. He escrito igualmente al Consejo de Gobierno indicándole cuan útil fuera inducir al gobierno de Chile a que acelere su expedición sobre Chiloé, haciéndole entender que dicha isla puede ser entregada a cualquier potencia extranjera que nos perjudicase. La Inglaterra misma no la rehusaría atendiendo que es el punto de recalada para los que pasan el cabo y que daría una preponderancia exorbitante a su comercio en el Pacífico. Esta carta la he empezado sin haber recibido aún el correo de ustedes que me vendrá mañana y saldrá pasado mañana. Por ahora no me ocurre más que el negocio del Brasil y el estado pacífico en que nos encontramos en el Perú, donde todo se arregla del modo que las circunstancias lo permiten, hasta que el nuevo Congreso Constituyente y el gobierno constitucional se establezcan definitivamente.

El día 10 de junio me voy para el Cuzco a darle un vistazo a aquel país y un arreglo provisorio que bien lo necesita. En el mes de julio marcharé para el Alto Perú a darle a aquel país un gobierno provisorio conforme a la resolución del Congreso de Lima.

Las provincias del Alto Perú estaban antes bajo la presidencia y audiencia de Charcas; tienen un millón de habitantes y cerca de dos millones de pesos de rentas públicas para el gobierno: se compone de seis provincias que están a setecientas leguas de Buenos Aires, que es el único puerto y la única capital hasta ahora. El espíritu público está por la erección de un Estado como el de Chile y Guatemala que son en un todo iguales con el Alto Perú, quiero decir un Estado independiente, sujetos solamente a la federación americana. Creo que esto es justo aun necesario para la prosperidad de esas provincias; de otro modo va a sepultarse en la anarquía en que está Buenos Aires, cuya situación es la siguiente: la provincia de Buenos Aires la ocupan los portugueses en la banda oriental; los indios pampas infestan la campaña que rodea la ciudad, y un pueblecillo llamado Santafé se ha hecho independiente de su capital. Así es que Buenos Aires no es más que una ciudad anseática [4] sin provincia. La provincia de Salta y la de Mendoza son las únicas que han mandado sus diputados al Congreso de Buenos Aires. Pero estas mismas provincias están subdivididas en cuatro o seis, de suerte que todo el Estado del Río de la Plata no tiene verdaderamente más que dos provincias y la ciudad de Buenos Aires. La provincia del Paraguay está ocupada por un tal Francia [5], que la tiene perfectamente cerrada catorce años ha. No pertenece a nadie ni tiene gobierno alguno, sino un tirano que es un enemigo virtual de todo el mundo, porque con nadie trata y a todos persigue; el que allí entra, jamás sale. Así es que al pobre Bonpland [6], compañero de Humboldt [7], lo tiene preso. El Paraguay está más cerca de Charcas que de Buenos Aires, y por lo mismo es más fácil conquistarlo con las tropas del Alto Perú que con las de Buenos Aires. Esta ciudad no quiere guerra con nadie, y tiene por principio que cada provincia se maneje como quiera, según la opinión del general Álvarez, agente de Buenos Aires en el Perú, y del general Arenales, dependiente del mismo gobierno, que manda en Salta. El gobierno de Buenos Aires no pretende dominar las provincias del Alto Perú, conociendo que no tiene medios para ello, ni hombres capaces de gobernar un grande Estado. El gobierno del Río de la Plata se contentará con regir las provincias que actualmente están reunidas en el Congreso de Buenos Aires, con la mira de poderse manejar más fácilmente, sin el embarazo del Alto Perú, que siempre le será opuesto por el deseo de separarse de una sociedad que no le conviene de ningún modo.

Todo esto quiere decir que debemos contar con un nuevo Estado en la federación americana, el cual nos será adicto, porque nos deberá su existencia y su libertad, en tanto que el Río de la Plata será nuestro enemigo por la envidia, ya que no por la rivalidad, pues no puede haber este sentimiento entre objetos tan desiguales. El Perú se contentará con las provincias de su mando.

Esta República es bastante grande y rica y le sobran medios para su felicidad. Quiera Dios que tenga los hombres necesarios para gobernarla.

El día 10 del mes de febrero próximo se reunirá el Congreso: entonces quedaré libre de todo compromiso en este país y podré disponer de mi persona como me parece mejor.

Somos 7 de junio.

Esta carta estaba suspensa hasta hoy, esperando a que llegase el correo para terminarla. Hoy he tenido el gusto de que llegue y de recibir las muy agradables y lisonjeras comunicaciones de usted. Lo primero, es el artículo de La Estrella sobre la independencia de Colombia y de México con las observaciones que hace el mismo periódico con relación a las seguridades que tiene la Inglaterra de no tener que temer nada de parte de Europa. En segundo lugar, es también muy lisonjero lo que usted me dice de que la Francia, la Holanda, la Suecia y la Dinamarca deben reconocernos muy pronto. Esta seguridad la tengo muy anticipada como usted lo habrá visto por mi mensaje y la veo confirmada por una noticia del reconocimiento de Holanda de todos nuestros Estados.

También me ha sido muy agradable la autorización que usted me da para que ascienda a estos infelices, compañeros nuestros en Ayacucho. Todos necesitan de algún premio y a muchos se les ha dejado de dar; porque no hay uno que no quiera alguno y por cierto con razón.

La seguridad que usted me da de paz y tranquilidad en Colombia es lo más interesante de todas las cartas de usted, porque sin duda es un gran consuelo el saber que en medio de todo, la República se salva después de tantos naufragios; pero en medio de estas bonanzas encuentro un horrible precipicio: usted me habla de retirarse del servicio público a causa de sus cólicos. No amigo: usted no debe ni puede retirarse. Usted es el necesario para la marcha de la República: usted debe morir en el tribunal, como mi destino es morir en el campo de batalla. ¡Sin usted qué sería de Colombia, qué seria de nuestro ejército y qué sería de mi gloria!!! Diré a usted francamente que si yo no hubiera tenido a usted para defender con sus talentos y con su energía mi obra, ya habría sido arruinada. Y creo más, sin usted y conmigo no se hubiera perfeccionado bien. Yo no soy administrador y además soy poco sedentario para sufrir el bufete. Por lo mismo yo hubiera destruido la obra de mis compañeros de armas por falta del carácter de usted y de su capacidad para manejar los negocios públicos. Así, repito: usted es el hombre necesario de Colombia.

La comisión que usted le da al general Sucre me parece admirable, pero me parece al mismo tiempo que no podrá tener lugar porque yo necesito del general Sucre para todo y por lo mismo me es imposible desprenderme de él en las actuales circunstancias.

El negocio de límites y pagamentos a Colombia se arreglará bien antes de mi ida sea quien sea quien represente nuestros derechos. Si usted puede conseguir que vuelva Mosquera [8] lo hará divinamente; y si no, cualquiera otro. El general Sucre está nombrado para que mande el Alto Perú, que son cinco departamentos, que son magníficos, y aún lo necesito en Lima para presidente del Consejo de Gobierno, porque el general La Mar está muy resistido a tomar el mando. Así es que el general Sucre no se puede emplear por ahora en negocios diplomáticos. Pérez puede llenar también la comisión que usted da a Sucre; pero es después que deje de ser mi secretario general del Perú.

El dinero y los límites se arreglarán como usted quiera, pues yo sé que lo que pretende Colombia es muy justo.

Si usted no quiere disponer de los tres mil hombres que le he ofrecido, escríbale usted sobre esto al ministro de Estado que está en Lima, a fin de que no se los remitan a usted en el mes de agosto como yo lo he ordenado. En este país no pesan las tropas colombianas por ahora, después quién sabe lo que será. Nosotros tenemos en el Alto Perú 3.500 hombres, que allí los aman, para que los defiendan contra las pretensiones de sus vecinos. En esta ciudad hay 3.000 hombres y 1.500 en Lima; pero una cuarta parte son peruanos prisioneros de Ayacucho. Así es que apenas nos quedan cinco o seis mil verdaderos colombianos que el país ama porque los consideran los soldados del orden. Si usted quiere dos o tres mil peruanos para aquietar las negras facciones, pídalos al Consejo de Gobierno como lo he dicho antes; pero si no los quiere, escriba usted volando, pues a fines de agosto debían partir como antes he dicho a usted.

He visto el proyecto de federación general desde los Estados Unidos hasta Haití: me ha parecido malo en las partes constituyentes; pero bello en las ideas y en el designio. Haití, Buenos Aires y los Estados Unidos tienen cada uno de ellos sus grandes inconvenientes.

México, Guatemala, Colombia, el Perú y Chile y el Alto Perú pueden hacer una soberbia federación. Guatemala y Chile y el Alto Perú harán lo que nosotros queramos. El Perú y Colombia tienen una solamente y México quedaría aislado en medio de toda esta federación, la que tiene la ventaja de ser homogénea, compacta y sólida. Los americanos del Norte y los de Haití por sólo ser extranjeros tienen el carácter de heterogéneos para nosotros.

Por lo mismo jamás seré de opinión de que los convidemos para nuestros arreglos americanos. Estando en esto he leído El Colombiano de Caracas de 19 de enero que habla de los candidatos a la presidencia y me ha llenado de indignación al ver la ingratitud con que le pagan a usted esos señores después que ha hecho usted el milagro de plantar leyes en un país de esclavos y establecer la libertad en medio de la guerra, la revolución y las cadenas; veremos si otro lo hace lo mismo. Por mi parte estoy bien resuelto: 1° a no admitir la presidencia de ningún modo; pero infinitamente menos si nombran a otro vicepresidente; porque yo sé muy bien que por mucha capacidad, talentos y virtudes que tenga otro ciudadano, lo que es, es, y lo que no es, no es, quiero decir: usted es un excelente vicepresidente y todavía no conozco otro más que a usted. Por consiguiente por mucho que quiera yo a Briceño, como usted sabe que lo idolatro, no quiero meterme a conocer en el Orinoco nuevos nadadores que me salven cuando usted ha nadado tan bien que me ha sacado de sus olas. Esa gente quiere perderse a vista de ojo como dicen. Buen provecho si así les sucediese. Por mi parte he cumplido todo lo que he podido y si no quisieren continuar bien me lavaré las manos con Pilatos. Mi resolución está bien tomada y crea usted que no variará.

Tengo la esperanza de que en la Nueva Granada le harán a usted justicia a menos que los envidiosos se multipliquen también por allá.

A Castillo [9]] le digo que deje en cuadro a esos batallones que tiene en el Sur. Lo mismo estoy haciendo aquí con las tropas del Perú para disminuir los gastos y conservar siempre la base y la moral de las tropas. Recomiendo a usted este sistema por si acaso usted lo quisiese adoptar.

Soy de usted, de todo corazón,

[BOLÍVAR]

P.D.: En Chile hay una anarquía horrorosa: Freiré [10] se ha ido a Concepción y Pinto [11] a Coquimbo. La provincia de Santiago está gobernada por su intendente.

Aseguran que el Congreso de Chile va a mandar una diputación a llamar a O’Higgins; dicen que en aquel país hay un gran partido a mi favor y uno en contra mía, pero muy pequeño.

Ahora que vuelvo a leer su carta, veo que usted nombra al padre Rebollo para el gran congreso americano. Yo lo conozco y sé que tiene mucho talento; pero qué dirán los enviados de las demás naciones al ver uno de hábito: dirán que no tenemos casacas.

* De un impreso moderno: Simón Bolívar, Obras completas, tomo II, pp. 141-147.

Notas

[1] Se refiere a la invasión llevada a cabo por fuerzas brasileñas.

[2] Con fecha 26 de abril, el comandante brasileño Manuel José de Araújo envió una nota al coronel José Videla, Presidente del departamento de Santa Cruz, con la cual le informa que, mediante capitulación con el gobernador de la provincia de Chiquitos, el territorio de dicha provincia fue entregado al dominio y mando del Emperador de Brasil y, que por consiguiente las tropas del Alto Perú debían abstenerse de poner sus pies en el citado territorio, pues si lo hicieren el citado invasor Araújo destruiría (desolaría, dice) toda la tropa de la ciudad de Santa Cruz y, de igual manera, la ciudad misma, de la cual no dejará en ella sino "fragmentos de lo que, para memoria de la posteridad."

No contento con esta nota para el gobernador de Santa Cruz, el comandante Araújo envió a Sucre lo que Bolívar llama "bárbara e insolente intimidación del comandante portugués". Se desconoce la citada nota, fechada también el 26 de abril; pero su contenido, a todas luces debe tener el mismo estilo de la enviada al funcionario de Santa Cruz. La Comisión Editora ha considerado necesaria la inclusión, como apéndice, de la respuesta dada por Sucre. Dicha comunicación está ubicada en la colección Archivo de Sucre, tomo IV, p. 84 y es la siguiente:

"Cuartel general en Chuquisaca, a 11 de mayo de 1825.

Al Señor comandante en jefe de las tropas del Brasil en las fronteras de Chiquitos, don Manuel José de Araújo.

Señor comandante:

La nota que V.S. se sirve dirigirme e! 26 de abril, acaba de llegar a mis manos. El comandante Ramos, gobernador de Chiquitos, no sólo carecía de facultades para ninguna negociación con V.S. sino que no tenía ninguna credencial para entrar en relaciones con un gobierno extranjero. La entrega que ha hecho de la provincia de Chiquitos a V.S. es una traición y una perfidia y V.S. ha cometido una agresión injusta en ocuparla; la provincia de Chiquitos, perteneciente a estos territorios y puestas ya bajo las armas libertadoras, no puede recibir otras autoridades que las que se le destinen por su gobierno legitimo

No puedo persuadirme que V.S. tenga órdenes del gobierno del Brasil para la invasión que nos ha hecho; y la conducta de V.S. marchando de mano armada a posesiones de un modo usurpador de esa parte de nuestro país, sin haber precedido una notificación de guerra ni explicación alguna, es la violación más escandalosa del derecho de gentes y de las leyes de las naciones, y un ultraje que no sufriremos tranquilamente.

Nuestro gobierno desea el mantenimiento de la paz y de la más estrecha amistad entre los gobiernos americanos pero no teme de nadie la guerra: poco ha que acaba de humillar diez y ocho mil soldados de sus más orgullosos enemigos, y sus ejércitos están dispuestos para hacerse respetar y castigar a los injustos.

Prevengo, pues, al señor comandante general de Santa Cruz que si V.S. no desocupa en el acto la provincia de Chiquitos, marche contra V.S. y no se contente con liberar nuestras fronteras sino que penetre al territorio que se nos declara enemigo, llevando la desolación, la muerte y el espanto para vengar nuestra patria, y corresponder a la insolente nota y a la atroz guerra con que V.S. la ha amenazado.

Reservo entre tanto el derecho para elevar los reclamos sobre este suceso al gobierno supremo del Brasil.

Dios guarde a V.S.

A.J. DE SUCRE."

[3] Manuel José de Araújo.

[4] Anseática. Adjetivo con que eran designadas los pertenecientes a la "ansa teutónica" la cual era una asociación constituida en el siglo XIII por las más importantes ciudades mercantiles de Alemania. Se originó en las ansas o asociaciones que, en el exterior, formaban los alemanes para apoyarse mutuamente. En lo referente a Buenos Aires, al parecer. Bolívar quiso definirla como ciudad comercial.

[5] Se trata de José Gaspar Rodríguez de Francia (1766-1840), quien, después de haber desempeñado funciones políticas varias, ocupó el poder como dictador, desde 1814 hasta su deceso

[6] Aimé Bonpland (1773-1858), médico y naturalista francés, compañero de Alejandt i muí Humboldt en sus viajes por América.

[7] Alejandro (Alexander) von Humboldt (1769-1859), geógrafo y naturalista alemán, autor de sus viajes científicos en América. Dejó una obra de gran valor intitulada Viaje a las regiones equinocciales del Nuevo Continente.

[8] Tomás Cipriano de Mosquera (1798-1878), general y político colombiano. Presidente de la República desde 1845 a 1849, del 1861 a 1864 y de 1866 a 1867. Autor de una biografía de Simón Bolívar.

[9] [José María del Castillo y Rada (1776-1835) abogado y político nativo de Colombia.

[10] Ramón Freiré (1787-1851), general y político chileno. En 1826 dirigió la expedición que puso fin a la dominación española en Chile. En 1823 había sido nombrado director supremo de su país natal.

[11] Francisco Antonio Pinto (1785-1858), presidente interino de su país natal Chile, entre 1827 y 1829.

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