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DOCUMENTO 3950 RESEÑA Y DISCURSOS DE FECHA 14 DE DICIEMBRE DE 1819. QUE SE SUSCITAN CON MOTIVO DE LA RECEPCIÓN QUE LE OFRECIÓ AL LIBERTADOR EL CONGRESO EN ANGOSTURA COMO HOMENAJES POR LOS TRIUNFOS OBTENIDOS EN NUEVA GRANADA.*

Sesión extraordinaria del 14 de diciembre.

CONGRESO NACIONAL DE VENEZUELA

En virtud de un aviso oficial del señor Ministro del Interior al señor Secretario del Congreso, anunciando que S.E. el señor Presidente del Estado pasaría a presentar personalmente a la Representación Nacional el homenaje de los triunfos obtenidos bajo su mando por las armas de la República en la Nueva Granada, y la expresión del voto unánime de aquellos pueblos por su reunión política con los de Venezuela, se citó para una sesión extraordinaria a las 12 del siguiente día.

Tratóse en la sesión ordinaria de por la mañana de la recepción que debía hacerse a S.E., no habiéndose previsto para el ceremonial este caso extraordinario, y se acordó lo que debía observarse.

Reunido el Congreso a las 12 del día, nombró el Honorable señor Presidente una comisión, que precedida de la música militar fuese a felicitar a S.E. y lo acompañase hasta el salón de las sesiones públicas. Tres cañonazos anunciaron la salida de S.E. de su Palacio, y al entrar en la plaza del Soberano Congreso fue saludado con veintiuno, a cuyo efecto se había colocado delante de la fachada una batería. El Congreso en cuerpo salió a recibir a S.E. fuera de la barra, y el Presidente, por una demostración singular, le cedió el asiento preferente y la palabra. Hizo S.E. un profundo acatamiento al Congreso, y pronunció el siguiente discurso:

"¡Señores del Cuerpo Legislativo!

"Al entrar en este augusto recinto, mi primer sentimiento es de gratitud por el honor infinito que se ha dignado dispensarme el Congreso, permitiéndome volver a ocupar esta silla, que no ha un año cedí al Presidente de los Representantes del pueblo.

"Cuando inmerecidamente, y contra mis más fuertes sentimientos, fui encargado del Poder Ejecutivo al principio de este año, representé al Cuerpo Soberano que mi profesión, mi carácter y mis talentos eran incompatibles con las funciones de magistrado; así, desprendido de estos deberes dejé su cumplimiento al Vicepresidente, y únicamente tomé sobre mí el encargo de dirigir la guerra. Marché luego al ejército de Occidente, que tenía al frente al General Morillo con fuerzas superiores. Nada habría sido más aventurado que dar una batalla en circunstancias en que la capital de Caracas debía ser ocupada por las tropas expedicionarias últimamente venidas de Europa, y en momentos en que esperábamos nuevos auxilios. El General Morillo, al aproximarse el invierno, abandonó las llanuras del Apure, y juzgué que más ventajas produciría a la República la libertad de la Nueva Granada que completar la de Venezuela.

"Sería demasiado prolijo detallar al Congreso los esfuerzos que tuvieron que hacer las tropas del Ejército Libertador para conseguir la empresa que nos propusimos. El invierno en llanuras anegadizas, las cimas heladas de los Andes, la súbita mutuación de clima, un triple ejército aguerrido y en posesión de las localidades más militares de la América Meridional, y otros muchos obstáculos, tuvimos que superar en Paya, Gáme-za, Vargas, Boyacá y Popayán para libertar en menos de tres meses doce Provincias de la Nueva Granada.

"Yo recomiendo a la Soberanía Nacional el mérito de estos grandes servicios por parte de mis esforzados compañeros de armas, que con una constancia sin ejemplo padecieron privaciones mortales, y con un valor sin igual en los anales de Venezuela, vencieron y tomaron el ejército del Rey. Pero no es sólo al Ejército Libertador a quien debemos las ventajas adquiridas. El pueblo de la Nueva Granada se ha mostrado digno de ser libre. Su eficaz cooperación reparó nuestras pérdidas y aumentó nuestras fuerzas. El delirio que produce una pasión desenfrenada, es menos ardiente que el que ha sentido la Nueva Granada al recobrar su libertad.

"Este pueblo generoso ha ofrecido todos sus bienes y todas sus vidas en las aras de la Patria, ofrendas tanto más meritorias, cuanto que son espontáneas! Sí; la unánime determinación de morir libres y de no vivir esclavos, ha dado a la Nueva Granada un derecho a nuestra admiración y respeto. Su anhelo por la reunión de sus Provincias a las Provincias de Venezuela es también unánime. Los granadinos están íntimamente penetrados de la inmensa ventaja que resulta a uno y otro pueblo de la creación de una nueva República, compuesta de estas dos naciones. La reunión de la Nueva Granada y Venezuela, es el objeto único que me he propuesto desde mis primeras armas; es el voto de los ciudadanos de ambos países, y es la garantía de la libertad de la América del Sur.

"¡Legisladores! - El tiempo de dar una base fija y eterna a nuestra República ha llegado. A vuestra sabiduría pertenece decretar este grande acto social y establecer los principios del pacto sobre los cuales va a fundarse esta vasta República.

"Proclamadla a la faz del mundo y mis servicios quedarán recompensados". El Presidente del Congreso le contestó en los términos siguientes:

"Excmo. señor:

"Entre tantos días ilustres y gloriosos que V.E. ha dado a la República, ninguno tan dichoso como el de hoy, en que V.E. viene a poner a los pies de la Representación Nacional los laureles de que lo ha coronado la Victoria, y a presentarle las cadenas de dos millones de hombres rotas con su espada. Yo te saludo, brillante y memorable día, en que los principios soberanos del orden representativo, reciben tan solemne homenaje del heroísmo, en medio de las aclamaciones de numerosos pueblos redimidos de la tiranía a fuerza de prodigios!

"En efecto, señores, no cabe en la imaginación lo que el Héroe de Venezuela ha hecho desde que dejó instalado este augusto Congreso, y asombra la perspectiva inmensa de lo que ya no puede menos de hacer. La empresa sola de pasar los Andes con un ejército fatigado de tan larga y penosa campaña —esta empresa atrevida en el rigor de la estación de las lluvias y de las tempestades, cuando torrentes impetuosos se precipitan de todas partes, cuando los ríos se convierten en mares, cuando desaparecen los valles bajo inmensos lagos, y no puede darse un paso sin peligro y sin horror, fluctuando siempre entre las aguas de la tierra y las que arroja el cielo: esta empresa sola pareció tan extraordinaria, que el enemigo llegó a mirarla como un delirio militar—. Así es que sobrecogido de un terror pánico, a la repentina aparición de nuestras tropas, sobre las cumbres inhospitalarias de Paya, abandona una posición formidable, en que un puñado de hombres pudiera detener fuerzas inmensas. Vencida la naturaleza, ¡qué oposición no presenta todavía un ejército tres veces más numeroso, bien disciplinado, bien provisto, estacionado en aquella frontera, y batiéndose siempre en posiciones ventajosas, Gámeza, Vargas, Bonza, Boyacá, bajo las órdenes de un Jefe tan hábil, como intrépido y experimentado! Pero todo cede al ímpetu rápido y terrible de los soldados de la independencia; apenas puede la Victoria alcanzar al vencedor, y en menos de tres meses, la principal y mayor parte de la Nueva Granada se halla libertada por esas mismas tropas, cuya completa destrucción daba el Virrey de Santa Fe por segura e inevitable. ¿Y qué hombre sensible a lo sublime y grande, en qué país, capaz de apreciar los altos hechos y los altos hombres, dejará de pagarse a Bolívar el tributo de entusiasmo debido a tanta audacia, y a tan extraordinarias proezas? Haber llevado el rayo de las armas y de la venganza de Venezuela desde las costas del Atlántico hasta las del Pacífico —haber enarbolado el estandarte de la libertad sobre los Andes del Oriente y los del Occidente—, haber arrebatado en su rápida carrera, doce Provincias a la inquisición y a la tiranía —haber hecho resonar desde las ardientes llanuras de Casanare hasta las cimas heladas de los montes del Ecuador, en una extensión de más de cuarenta mil leguas cuadradas, el grito heroico de independencia o muerte, que cada vez repiten los pueblos con nueva energía y más intrépida resolución:— tantos prodigios obrados por la salud del mundo interesado en la independencia de la América —¿no serán admirados, ni el Genio a quien se deben obtendrá el premio que ambiciona?— ¡Qué! ¿No logrará él la unión de los pueblos que ha libertado y sigue libertando? Unión que es de necesidad para las Provincias de Venezuela, las de Quito y las que propiamente constituyen la de Nueva Granada de infinito precio para la causa de la independencia, de grandes ventajas para toda América y de interés general para todos los países industriosos y comerciantes. La importancia en política es proporcionada a las masas, como la atracción en la naturaleza. Si Quito, Santa Fe y Venezuela se reúnen en una sola República, ¿quién podrá calcular el poder y prosperidad correspondiente a tan inmensa masa? ¡Quiera el Cielo bendecir esta unión, cuya consolidación es el objeto de todos mis desvelos, y el voto más ardiente de mi corazón!".

Contestó este discurso S.E. el señor Presidente de la República: "Atribuyendo toda la gloria de la redención de la Nueva Granada al valor y denuedo de las tropas, al entusiasmo sublime de los pueblos y a la habilidad y heroísmo de los Jefes, entre los cuales distinguió al Coronel inglés Rooke, y al General de División Anzoátegui, tributando a su memoria los elogios más brillantes y más encarecidos. Hizo también honorífica y respetuosa conmemoración del ilustrado patriotismo del Clero secular y regular de la Nueva Granada, altamente persuadido de que la independencia de la América extenderá el imperio de la Religión y le dará nuevo realce y esplendor".

Concluida la respuesta de S.E., pidió la palabra el Honorable señor Alzuru, y obtenida se expresó en estos términos:

"¡Señores Diputados!

"El Presidente del Estado acaba de dar cuenta de sus operaciones en la Nueva Granada. Ellas manifiestan un sabio plan, proyectado a cuatrocientas leguas de la capital de Santa Fe y ejecutado con acierto y felicidad contra fuerzas muy superiores y obstáculos casi insuperables. Pero nada ha podido contener ni aun retardar las rápidas y prodigiosas victorias que en el término de sesenta y cuatro días libertaron doce de las principales Provincias de aquel vasto imperio. El General Bolívar, a la cabeza de dos mil hombres, frustrada por el rigor de la estación y lo intransitable de los caminos la cooperación de la caballería del bravo General Páez, nos ha hecho conocer en esta ocasión cuánto podemos y debemos esperar de su valor, pericia, patriotismo y actividad. Sus asombrosas hazañas refluyen sobre nosotros y hacen ver a los pueblos que no tienen que arrepentirse de haber puesto en nuestras manos la Suprema Autoridad. Nosotros les hemos dado un Presidente del Estado que ha salvado la Patria, que ha hecho triunfar las armas de la República, que ha hollado la soberbia y tiranía de nuestros opresores. Nosotros les hemos dado un Presidente humano, benéfico y generoso. Con sólo esta tan acertada elección hemos cumplido los principales encargos de nuestra alta representación. Es, pues, necesario hacer ver a estos mismos pueblos y a las naciones civilizadas que somos sensibles al mérito y a la virtud; siendo nosotros los primeros en tributar obsequios justos y debidos al vencedor de Boyacá y Libertador de Venezuela y la Nueva Granada, invitando a los demás con nuestro ejemplo a manifestar su reconocimiento a tan Benemérito Ciudadano. El Cuerpo Soberano de la Nación le ha hecho el mayor honor colocándolo en el asiento de su Presidente: asiento que jamás cedería a los primeros Césares, ni Emperadores.

"¡Honorables Legisladores! —Estad ciertos que por mucho que hagamos para manifestar nuestra gratitud a nuestro amigo y conciudadano Simón Bolivar, jamás podremos recompensar dignamente a un héroe que nos ha dado patria, vida y libertad".

S.E. le contestó con expresiones de reconocimiento, insistiendo siempre en que el mérito y la gloria de esta campaña, memorable en los fastos de la Independencia, pertenecía a los Jefes, sus compañeros de armas y al ejército, extraordinariamente favorecido y auxiliado por los pueblos, cuyos servicios no podía recordar sin admiración. Añadió que unos y otros hallarían su recompensa en la deseada reunión política, que aseguraría a todos la conservación de su fortuna, de sus derechos y de su libertad.

El Honorable señor Presidente del Congreso respondió "que esta Unión era un bien, no sólo para Venezuela y la Nueva Granada, sino para la América y el mundo —que convencido de esta verdad el Soberano Congreso, luego que fue oficialmente informado de ser ésta la intención y el voto general de los pueblos de la Nueva Granada, nombró una Comisión de Diputados de aquel y este país para que le informase y propusiese lo que creyese más conveniente a los intereses y prosperidad de ambas naciones— que por la exposición de S.E. se conocía de cuánta importancia era acelerar esta grande obra, y que en consecuencia se tomaría desde luego en consideración".

Levantóse desde luego S.E. y haciendo acatamiento al Congreso, se retiró recibiendo de vuelta a su Palacio los mismos honores que a su venida. —El concurso de extranjeros y gentes de distinción era extraordinario.

Restituida al seno del Congreso la diputación que acompañaba a S.E., dispuso el Honorable señor Presidente se diese cuenta del estado del expediente sobre la reunión de Venezuela y la Nueva Granada, y resultando que la Comisión de Diputados de una y otra República tenía preparado su informe y un proyecto de ley al intento, se acordó suspender todo otro asunto para sólo ocuparse de éste. —Se levantó la sesión.

* De un impreso moderno. O’Leary, tomo XVI, fol. 563 - 569.

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